lunes, 2 de septiembre de 2019

Demogan El Discurso de Márquez desde Venezuela


La costumbre de nuestro movimiento en estos escritos semanales, es tratar temas ganaderos, agrícolas, sectoriales y gremiales.
Esta semana se publicó un video de Márquez desde Venezuela, que nos obliga a escribir acerca de un tema que nos concierne a los colombianos por igual, sin importar si estamos en los campos o las ciudades y eventualmente en el exterior.
La transformación de quienes allí aparecen, que pasaron de ser guerrilleros que habían olvidado su ideología, a convertirse en magnates de la droga y ahora, a delincuentes que se juntan para incumplir lo firmado y peor aún, a incluir en su extenso prontuario el de traición a la patria, pues no se puede definir de otra manera, que se ocultaran en Venezuela, donde una oligarquía de izquierda, martiriza al “bravo pueblo” y busca ofender a nuestros gobernantes, para intentar que sus nacionales desvíen su atención, que hoy está completamente concentrada en aliviar su hambre, su falta de salud y de trabajo. Todo esto ofende a quienes estaban a favor del acuerdo de paz y a quienes votaron por el no.
Afirma el jefe de la banda, con voz trémula y meliflua, que su perorata se origina desde el Inírida (al intentar verificar esta información, encontramos que habían sacado el video de las redes) Nosotros creemos que es desde Venezuela, que junto con Cuba son los únicos países donde son bien recibidos.
En lo que intenta ser un mal programa de gobierno, habla de lo divino y lo humano, menciona la equidad, el virtuosismo, da pinceladas de “poesía” revolucionaria, se compromete con el medio ambiente, con no secuestrar, dice no al fracking, hace un mal paralelo entre Bolívar y Santander, en fin, un discurso para el olvido, por lo largo, lo poco concreto, por los compromisos que adquiere que lamentablemente ya pocos le creen.
Las conversaciones que, durante más de 6 años, se adelantaron en diferentes países, no podemos enterrarlas, sencillamente porque fue un proceso donde todos los colombianos nos involucramos emocional, filosófica, política y económicamente. Entendemos que esa es la decisión del gobierno y la aplaudimos.
Casi 12,000 de los 13,000 combatientes, han cumplido. Por esa razón, habría tenido todo el sentido que el presidente Duque, saliera al lado de Rodrigo Londoño, que es un guerrillero que ha sido criticado, perseguido, vilipendiado por muchos y continúa estoicamente cumpliendo su compromiso. Londoño está cumpliendo, faltándole temas por cerrar, y por el bien del país necesitamos que continúe allí. 
Desde Demogan, queremos compartirles algunas reflexiones en torno a la paz: la paz, no son solo unos acuerdos, la paz, estamos en la obligación de sentirla cada uno de nosotros, de comprometernos con ella, paradójicamente creemos que pesa más y exige más valor estar en paz, que estar en guerra. La guerra es sinónimo de engaño, de odio, de crueldad, de enriquecimiento de unos pocos y la pobreza de muchos. En la guerra como se ha demostrado, el más afectado es el campo, se sostiene con negocios ilícitos, pues para mantenerse disparando, un ejército irregular necesita secuestrar, promover la minería ilegal, tener cultivos ilícitos, tener niños en sus filas, la dignidad de la mujer se pierde, no llega la educación al campo, se revienta la infraestructura, el país se empobrece, se destruyen familias, desplazamientos, los hospitales no dan abasto con los heridos, los funerales se multiplican, la lágrimas también, se pierde la imaginación en un país que ha tenido que vivir de sus canciones sus artistas, sus plegarias.
La paz que se firmó fue gracias al esfuerzo continuo de tres presidentes: Pastrana que pudo recomponer nuestra imagen internacional y al ejercito; sea este el momento de recordar al ministro de defensa de Pastrana, Rodrigo Lloreda. El presidente Uribe recibió el legado de su antecesor y no lo dilapidó, sino que empezó un proceso de mano dura, que dio resultados y que no es el momento de criticar. Por último, el presidente Santos, a pesar de las críticas cerró el círculo, firmó una paz frágil como han sido la mayoría, pues derrotar guerrillas, históricamente ha resultado extremadamente difícil; no olvidemos el costo de Vietnam que es probablemente la única guerra con contabilidad, que según el secretario Kissinger, hasta 1972, había costado más de $370 mil millones de dólares de la época.
Gracias a los tres presidentes, que han tenido que sufrir críticas sin fin, críticas entre ellos, críticas desde todas las esquinas del planeta. Creemos que, para llegar a la paz sincera, los colombianos quisiéramos ver a los tres en un estrecho abrazo, dando ejemplo de convivencia, sin más insultos, ni agresiones, los tres bajo las órdenes del presidente Duque, dedicados a reconstruir el país.
Si logramos ese milagro, podríamos decir como Gironella: “Ha estallado la paz”, todos tendrían la razón y el ego quedarían enterrado en el olvido.
Nos reclamaran por ingenuos, nosotros les reclamaremos por absurdos.              

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