miércoles, 25 de mayo de 2022

Demogan Colonizando Tarjetones

Como es tradicional, los temas que tengan que ver con política los escribo a nombre propio. Pensar que todos en Demogan tenemos el mismo candidato, es autocracia.

La fundada preocupación de muchos sobre los resultados de las elecciones se ha venido incrementando. Hay quienes piensan dirigir el voto de sus empleados para evitar que lo hagan por Petro. No estoy de acuerdo que nadie dirija una de las pocas libertades que les quedan a algunos. Votar no cuesta y votar por quien sea no debe estigmatizar.

En elecciones nadie debería sugerir por quien NO votar, sino limitarse a dar sus razones por que va a votar por la persona que vaya a hacerlo.

Amenazar con el despido o retaliaciones peores es insultar la democracia.

Dialogar e insistir que el voto es libérrimo es la única propuesta.

Como pocas veces de estas elecciones depende nuestra república.

La colonización del tarjetón es una práctica que no es otra cosa que comprar el voto o constreñir al votante y lleva más de 100 años en nuestro país. Las arengas de monseñor Builes desde los pulpitos descalificando al partido contrario a sus afectos, polarizando un país que había sufrido más de 14 guerras civiles durante el siglo XIX, no ayudó en nada, sino que al contrario exacerbó las diferencias y afianzó la polarización como medio de vida.

En mi concepto los partidos se transformaron en sectas, estas no tienen líderes sino iluminados extremistas que vociferan ideas erradas. Para ellos disentir está proscrito. El matoneo es propio de quien no tiene la razón e insulta la inteligencia de un país donde nos ufanamos que hay Independencia.

Esas sectas van a derrotar la democracia, porque el pensamiento colectivo y variopinto es el que fortalece los movimientos políticos del mundo.

Denunciemos esa práctica y cuidemos la independencia, de quienes trabajan con nosotros.

La esencia del hombre es la libertad.

En la medida que las sectas defiendan a sus confundidos patrones sin importar sus delitos, pueden estar seguros qué estas se derrumbarán más temprano que tarde. No es comprando votos, ni insultando opositores, tampoco masacrando disidencias que se ganan elecciones, esas “victorias” son efímeras.

Todos hablan del cambio, ninguno explica cómo va a financiar ese cambio ni cual es el cambio; el más sencillo, será el de cambio de gabinete, el más profundo defender la ética con la vida de cada uno de nosotros.

Los candidatos no discuten temas serios en sus debates, no he escuchado la manera cómo van a movilizar las barreras que ha construido la burocracia por décadas. Personas que atacan la eficiencia no deberían continuar con el estado. “La burocracia crea dificultades para cobrar favores” me decía un maestro.

Nuestra patria es territorio donde la mayoría de las veces se defienden privilegios y no la razón.

Algunos de los candidatos han sugerido el agro como piedra angular de su programa de gobierno. No tengo claro cuánto dinero están pensando para fortalecerlo, algún candidato habló que $36 billones en los cuatro años, queda faltando educación, infraestructura, defensa etc. Aun no se de dónde va a salir la plata. Resolver esa incógnita es urgente.

El único que claramente a cuestionado de dónde va a salir el dinero es Fajardo y las respuestas no han sido claras.

Coincido que el agro debe ser fortalecido, transformar Colombia en exportadora de nutrición a nivel mundial, es un enunciado, pues para hacerlo es necesario crear la cultura de, “Productos Calidad Colombia” y que el concepto sea defendido con convicción por cada uno de los participantes y contar con los fondos para hacerlo.

Inyectarle a cada finquero el orgullo por su producto, convencerlos que lleven erguidos el pabellón representando a su región al país, su empresa y su familia.

Respetaré la elección. Votaré por Fajardo. Apoyaré al presidente que sea elegido por mayoría, denunciaré el fraude, con la esperanza que esos cuatro años al menos civilicen nuestras diferencias políticas para que los cuatro años que sigan, nos permitan continuar acercándonos a la lejana meta que es la democracia.