Igual que la
madre, leche no hay sino una.
El artículo
de esta semana, lo hacemos pensando en los consumidores finales de leche.
En la
necesidad que tenemos todos de consumir productos de calidad, la leche es la
primera en la cadena de calidad total que debemos cuidar, sin ella, la
nutrición se va al caño.
Permitir la
posibilidad de no alimentar bien a nuestros niños, es fórmula para el fracaso.
El génesis
de una perfecta alimentación, está en la leche, no solo el calostro de la madre
que, en el mejor de los casos, dura unas pocas semanas y contribuye para que
los niños se enfermen menos, sino que el consumo continuo de leche pura,
pasteurizada, manteniendo la cadena de frío, con tres ingestas al día, el niño
mejora su entendimiento, hace deporte, se integra a la sociedad.
Educar a la
madre para que alimente bien a sus hijos en un estado como el nuestro, es
obligación de la nación. Muchas veces se ha mencionado la urgencia de educar;
el rezago de la educación es muy grande, madres adolescentes que deberían estar
mejorando sus conocimientos quedan embarazadas, sin poder atender a sus hijos
de manera apropiada, ¿Cómo culparlas si no compran leche pura y se inclinan por
sucedáneos que no alimentan igual, cuestan menos y tienen color parecido?
Es
obligación del estado verificar que la leche sea pura. Enseñarles a los
consumidores cómo distinguir sustitutos, que no alimentan, que engañan en su
función primordial, que no es otra cosa que nutrir.
En algún escrito
de hace unos años, en este mismo blog, sugeríamos adelantar una campaña para
que, a partir de la leche, enseñáramos a cocinar platos más gustosos, haciendo
equipo con arroz, papa, yuca, queso, arveja, huevos, carnes, arepas, que al
combinarse con leche mejoran su sabor, su terneza, su presentación y claro
aumenta la entrega proteica.
De acuerdo
con un estudio de una de las más importantes industrias lácteas colombianas,
descubrieron que el postre de mayor aceptación en el país era (no sabemos si
continúa siendo) el arroz con leche… “me quiero casar con una señorita de la
capital” y claro, nos falta el arequipe o dulce de leche, para nuestros
lectores en otras latitudes, manjar blanco, para nuestros hermanos del Valle.
Café con
leche, chocolate con leche, té con leche, échale leche a tu vida, pero por Dios
que sea leche pura, no un bebedizo cualquiera.
La gran
mayoría de los lecheros de Colombia, son gentes del común, campesinos que
trabajan de sol a sol, que se esfuerzan por sacar un producto perfecto. Que no
debemos arruinar adicionando lactosueros. Difícilmente, se encuentra un
producto que mantenga intactos sus atributos originales como la leche.
Por todo lo
anterior, invitamos a las madres, a los niños, sin duda al estado, a los
ganaderos, a que cuidemos la calidad de la leche, para tener mejores
ciudadanos. No es exageración, tampoco demagogia, es la verdad simple: un país
que cuida la calidad de sus productos agrícolas, empezando por la leche, es un
país que va en la senda del desarrollo.
Entones: ¡¡¡A tomar leche y no permitir que
nos engañen más!!!
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