Somos un país minifundista sin políticas para esos microempresarios, eso sucede desde siempre.
Hoy, compartimos
reflexiones sobre minifundios, ganadería de leche y café.
Las cifras
que compartimos son del Censo Nacional Agropecuario; aunque muchos ganaderos se
quejaron de la falta de rigor de esa fuente, otras, son el Ministerio de
Agricultura, el ICA, La Federación de Cafeteros y Fedegan. Es lamentable pero nuestras
estadísticas no tienen el análisis ni la exactitud que el campo requiere; esa
falencia “justifica” que los gobernantes olviden que las actividades agrícolas son
serias y exigen información actualizada y permanente. Un dato que corrobora la
afirmación es que la data del censo es de 2013 y 2014. Tampoco tenemos
controles satelitales para cada finca. Esa tecnología debería ser implementada
y puesta en marcha.
Colombia
tiene 114 millones de hectáreas el 42% son baldíos, 48% son selvas (información
que debe ser auditada) quedan 11 millones de hectáreas que sería el balance entre
producción agrícola y ganadería, situación que debería prender las alarmas del
gobierno, gremios, ciudadanos y entidades de control.
No hay
cifras confiables. Miren la razón: 30 millones de hectáreas en ganadería, 900
mil hectáreas en café, 4 millones de hectáreas en frutales, 7 millones en
cereales etc. Todo esto sin contar baldíos y selvas. Al final quedamos con la idea que tenemos más hectáreas que país.
Es
importante que podamos tener esa información antes de pensar en comprar más
tierras, y por encima de todo entender cómo vamos a poner a producir predios
sin información de suelos, aguas, clima, polinizadores, plagas, perfiles de las
personas que se necesitan para labrarlas y desde luego el ingrediente que hace
la diferencia, saber si Las familias estarían dispuestas a trabajar y en qué
condiciones.
Analizaremos
dos productos: la ganadería de leche y el café. La primera, junto con la
cárnica es la que más tierras ocupa, es transversal a todo el agro y está en todos
los pisos térmicos. La segunda la que más dinero aporta a la economía familiar
campesina.
El 81% de
los 620.000 predios ganaderos tienen menos de 50 animales. Desde luego el
análisis sería más preciso si supiéramos cuantos predios tienen 10 animales o
menos.
Ganado de
leche son entre 290.000 y 330.000 predios (Volvemos a la inexactitud de los datos).
No hablamos
aquí de leche especializada que son producciones desde 12 hasta 28 litros
diarios en dos ordeños y pueden ser unos 50.000 predios en el país.
Nos quedan entonces
240.000 a 280.000 predios para ser analizados. Vamos a trabajar con la menor
cantidad de predios, eso son 240.000 fincas. Les compartimos el siguiente ejemplo:
producción promedio de 5 litros día/vaca, 10 vacas en total, 7 en ordeño, 4
partos año, de los cuales 2 son machos y dos hembras, precio $2.100 por litro dinero
recibido en finca $73.500 que facturan al día o $2’205.000 mes. Esto le permite
al campesino recibir un neto mes de $1 millón y una “prima” por venta de los
dos terneros de Otros $2’560.000 año. Le quedan 2 hembras que pueden aumentar
su “hato” en el 20% que puede comenzar a ordeñar a los 3 años de vida después
del primer parto.
Sin embargo,
el enemigo del campesino es la espera, la mayoría no tiene el flujo de caja
para esperar a que los ciclos se cumplan y por eso las deserciones y los
fracasos son el pan de cada día. Si tuvieran más vacas y más producción por
vaca, y la seguridad del acopio, los números mejorarían. Y otra variable que
quienes consideran que tienen la solución en sus manos olvidan, educar al
campesino para que maneje con austeridad sus ingresos, reinvierta con cuidado y
no gaste en exceso; es una realidad, confundimos excedentes con utilidades y
ahí la ecuación colapsa.
A pesar de
todo el minifundio continúa, pero sin una política que rechace el populismo va
a continuar siendo un fracaso estable, una frustración eterna. Entregar tierras
sin analizar todas las variables NO FUNCIONA.
Se producen
al día más de 22 millones litros de leche. El acopio y la industrialización es
un negocio que mal contado excede los US $3 mil millones de dólares al año y
genera más de 2 millones de empleos entre fincas ganaderas, industrias,
transportadores, fabricación de empaques, en fin, toda la cadena. Si se
fortalece el minifundio no hay duda de que podemos duplicar esos empleos.
Por otro
lado, está la cultura cafetera. La federación ha sido denostada y aplaudida. La
crítica requiere menos análisis que el trabajo productivo. Injuriar no tiene
castigo, intentar producir puede tenerlo.
Nos reunimos
con un Analista Sensorial Profesional (Catador) en Cali, nos dio una clase de
calidad profesional más que de calidad de cafés, nos enseñó los valores
agregados que le entrega a sus clientes. Se llama Gustavo Valderrama Tascón y
su empresa 5Sento analiza finca por finca y cada exportación la califica, nos
advierte que una calificación de 80 es porque el café es especial, de 80 a 84,
“Especiales Buenos”, de 85 a 90 “muy buenos”, y de 90 en adelante,
“Extraordinarios”. Sus clientes, quienes deciden y pueden pagar por el
perfilamiento de taza para conocer qué tan especial y complejo es su café,
TODOS reciben más dinero por cada kilo de producto que vendido al granel
logrando que el entusiasmo y la necesidad que los dueños de finca cuiden su
producción y vivan en sus parcelas.
El café ha
sido embajador del país por años. Lamentablemente esa primacía se la quito por
un tiempo la violencia, la droga y las malas prácticas de algunos de nuestros
dirigentes.
La
certificación NO es vitalicia, por eso cuidar cada grano cosechado es
fundamental.
La
especialización de Valderrama es larga, dura, dolorosa y tampoco es de por vida
tiene dos: CQI (Instituto de calidad del café) y SCA (Asociación de Cafés
especiales) Ahora va a tomar un curso como Sommelier de agua ¿Tenemos Sommelier
de carnes y de leche?
Nuestros
pisos térmicos y clima tropical variable, no permite que podamos segmentar por
departamento, los logros cafeteros de nuestro país venían decayendo hasta que
muchos particulares y seguramente la federación decidieron dar valores
agregados definiendo lo que en vinos hace años tienen los franceses y lo llaman
“Terroir” que significa terruño, es darle cédula de identidad a cada metro de
cada finca. Esos son valores agregados, hoy tienen infusiones de pulpa que
antes enterraban y hoy ya no contamina, sino que se consumen, bebidas frías de
café, aceite, etc. Muchos valores que aumentan el interés en la rubiácea.
Dos
productos, dos actitudes, dos esperanzas para un campo que en ocasiones
olvidamos que está lleno de corazones que vibran con lo que hacen.
Unas breves
conclusiones: mejorar la productividad por finca exige aumentar la capacidad
del acopio, crear medios para escuchar permanentemente al campesino es
primordial, enseñar manejo del tiempo, prácticas lecheras y finanzas, no da
espera.
Feliz
navidad y feliz año para todos.