No deja de
sorprendernos el régimen de Maduro. Esta semana sin previo aviso decidió
certificar a Venezuela, como país libre de aftosa con vacunación.
En nuestro
caso, antes de apresurar conclusiones, evaluamos las consecuencias de esta
decisión, les recordamos antecedentes y les presentamos lo que creemos que
puedan resultar de esto.
Desde hace
unos tres años hemos venido hablando de la necesidad de encontrar salidas para
que la aftosa no se convierta una epidemia incontrolada y termine afectando
nuestro hato ganadero.
Al inicio, sugerimos
un escudo sanitario para que se revacunara toda la frontera y evitar así, que
nuestros departamentos fronterizos sufrieran consecuencias sanitarias y
económicas graves, por falta de políticas en ambos países.
En
diferentes momentos mencionamos a Casanare, Arauca y Norte de Santander, donde
el comercio de ganado se veía seriamente afectado, siendo en algunos casos el
fusil sanitario la única propuesta que ofrecían las autoridades; desde luego
ante la inminencia que la enfermedad siga incontenible su paso, esa es la
solución.
Se nos
ocurrió también, que, a pesar de las enrarecidas relaciones entre los dos
países, los técnicos del INSAI y el ICA, propusieran un protocolo
supranacional, una idea que estuviera por encima de la mezquindad como algunos
altos jerarcas, pequeños pensantes, miran la manera de relacionarse con los
vecinos, desconociendo que más allá de sus egos, existen obligaciones
impostergables, como son la sanidad del hato ganadero que Colombia y Venezuela,
que compartimos, convivimos, nos entrelazamos así no lo queramos aceptar.
Ambos países
deben tener 36 millones entre bovinos y bufalinos (No tenemos claro el
inventario de caprinos). El costo de una pandemia supera los 3 mil millones de
dólares. Las cuentas son relativamente fáciles de hacer, pues no se trata de
los animales que tendríamos que sacrificar, sino que recuperar nuestra
condición exportadora tomaría tiempo y dinero.
De lo
anterior derivamos a otra propuesta, cuando nos encontramos, que se había
decidido aceptar el regalo de la vacuna brasilera que incluía una tercera
cepa. A eso le dimos la denominación de: caramelos envueltos en papel
veneno; sugerimos que en un
esfuerzo compartido entre el FNG, el Ministerio de Agricultura, el ICA y claro
el gobierno venezolano, no solo le entregáramos las 14 o 16 millones de vacunas
a los venezolanos, sino que se estableciera una revisoría conjunta entre ambos
países evitando así que por distintas razones no se vacunara. Se entiende que
el mayor esfuerzo lo harían los ganaderos colombianos pues ponían a disposición
de Venezuela su dinero en el FNG para pagar parte de la vacuna.
Ninguna de
nuestras propuestas fue adoptada. Ahora el presidente Maduro, decidió
certificar a Venezuela. Esperemos que entiendan que no es a partir de un decreto
que esto puede suceder, sino que claramente es vacunando como se evita la
proliferación de la epizootia. Le sugerimos a las autoridades que no
desatiendan, ni porcinos ni caprinos, pues todos ellos son susceptibles de
contraer la enfermedad.
Durante la
guerra civil española, una de las líderes contrarias a Franco, Isidora Ibárruri
Gómez, La Pasionaria, se tomó la propuesta del mariscal Pétain de: “No
Pasarán”, eso mismo le pedimos a las autoridades de Colombia y Venezuela, que
se hablen, que acepten sin más, que la sanidad de los hatos de ambos países, se
cuida por encima de muchas otras diferencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario