miércoles, 7 de agosto de 2019

Demogan La Paz en Los campos Nace de la dirigencia Política


Hoy cumple su primer año de mandato Iván Duque. Existen comentarios de diferente índole, unos pocos en pro, muchos en contra. Todos ellos polarizando el país.
Demogan por principio, apoya diálogos, no enfrentamientos. Hemos mantenido siempre la línea de aplaudir lo bueno, pedir explicaciones de aquello que no entendemos y cuestionar respetuosamente aquello con lo que no estamos de acuerdo.
Creemos que el enfrentamiento entre aquellos que son títeres de sus ambiciones, es gasolina permanente para los que no entienden a cabalidad la democracia.
Nuestra primera conclusión, es la mala educación que recibimos todos sin excepción, que creemos de manera determinista, que nuestros extremos y nuestro chauvinismo, quedan protegidos en la medida que prevalezcan las ideas de cada uno, así no tengamos la razón.
Muchos con tal de ganar discusiones recurren al engaño y nada les pasa; si logran prevalecer, son felicitados, de lo contrario los señalan para resaltar su “debilidad”.
Nuestra fascinación por las malas noticias es proverbial. Somos un país de católicos autistas, incapaces de comunicar el perdón y la comprensión y en cambio sí, de llevar a la inquisición a todo aquel que no concuerde con las ideas de quien sea el líder del momento; sin duda, esa es herencia de la política de los siglos XIX y XX, que promovió una masacre que superó los 300,000 muertos, donde todos fuimos cómplices.
No se salva ni la iglesia.
Nuestro campo que debía ser el guardián de nuestra seguridad alimentaria, sirvió como disculpa para aumentar las desigualdades. La tierra, dejo de ser patrimonio para convertirse en botín de unos pocos. Desde luego, no hacemos diferencia entre clase dirigente, guerrilla y paramilitares. Duro decirlo, pero inevitable mencionarlo.
El segundo gran conflicto que se mantiene pegado a nuestros corazones, es la incapacidad de romper con los paradigmas que nos hacen daño. Nos negamos a evolucionar, en cambio somos maestros de la involución.   
Duque salió electo de presidente y punto. No hay substitutos para la verdad. Quedó claro que las mayorías eligieron a un presidente y una vicepresidenta. Si lo hacen mal, pierde Colombia, si lo hacen bien ganamos todos.
¿Qué hacer para poder aportar para que al gobierno le vaya bien? ¿Vale la pena pedir que el gobierno escuche las voces de los ciudadanos y no de unos pocos? Pensamos que sí, que es urgente hacerlo. Dialogar con todas las tendencias, que es lo prometido siempre por todos los que aspiran al poder y que la mayoría, olvidan cuando llegan.
Durante el gobierno anterior, sugerimos un encuentro de ganaderos con el presidente y los ministros que tuvieran que ver con el agro, lastimosamente no se dio.
Volvemos a repetir la propuesta, sugerimos que, en la mesa principal, solo esté el gobierno, eso asegura que se escuchen ideas plurales. La demostración palmaria que las cosas no van bien, es que continuamos mal. Que, en el caso de la ganadería el debate se centra en el manejo del Fondo de Ganado y la aftosa, no hablamos de educación, de prediales, de productividad por hectárea, de amenazas sanitarias, de créditos ágiles, etc.
El presidente con algunos ministros, gremios e invitados fueron a la China. Nos informan que es probable que se cierre un importante negocio de carne. Lo apoyamos, pero antes creemos importante definir con mucho cuidado y escuchando a todas las partes cómo afectará ese negocio, el consumo interno, también es necesario definir las toneladas máximas con las que nos podemos comprometer, y desde luego buscar maneras para que podamos exportar leche. Esos negocios si no desequilibran la oferta ayudan a llevar paz al campo, de lo contrario una oferta que no consulte la realidad, crearía sinsabores graves.
La magia de este viaje, debe sustentarse en la manera cómo vamos a definir la forma de ser interdependientes, las exportaciones no deberían solo favorecer a los ganaderos sino al resto del empresariado.
La anterior afirmación la hacemos, pues en Demogan, pensamos en términos de país no solo del sector. Intentamos siempre decir la verdad, no la verdad de un partido, de un grupo, de un caudillo; la verdad sin arandelas, sin ser políticamente correctos. Sin ofensas, sin gritos ni pataletas, porque la verdad igual que la paz, no necesita subir los decibeles, solo demostraciones simples que no ofendan la contraparte.
Todos los que suponen o si lo prefieren suponemos ser dirigentes, estamos en la obligación de bajar el tono, dar discusiones que permitan llegar a la meta; esa meta es sencilla, llegar a la paz en el campo, que nuestros finqueros puedan trabajar sin amenazas, sin que se afecte su productividad por cuenta de afirmaciones truculentas, que todos los días salen de mentes enardecidas que nos están llevando poco a poco al despeñadero.

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