Iniciamos
este artículo con las reflexiones de nuestro director Benjamín Quiñonez Mera:
La posición y
actuación del Señor Alejandro Galvis en Santander botando un día ocho mil
litros de leche fresca a un potrero, nos muestra es su postura personal propia
de una persona soberbia e inconsciente del mundo en que vive.
Independientemente de los problemas que tenemos ahora los ganaderos con todas
las situaciones de las fincas, también existe una responsabilidad social
con la comunidad en la cual desarrollamos nuestros negocios. Hubiera sido más
efectiva su protesta si regala a los muchos necesitados que deben existir en su
departamento Santander con necesidades básicas insatisfechas y si más ansiosas
por las necesidades que genera la pobreza, que el malestar y la rabia de una
persona poderosa que cree que porque tiene poder decisorio en su
comunidad y dinero para botarlo es poseedor de la razón y sus actos encuentran
justificación social y empresarial. Creo que la mayor parte de los ganaderos no
comulgamos con sus acciones. Sí tenemos los ganaderos problemas, tal vez en
proporción más graves que los que puede tener una persona rica que tiene su
finca para tener que hacer o quien sabe por qué, pero que con sus actitudes
muestra no tener un compromiso como empresario del campo responsable del
balance de su empresa y de la armonía que debe tener con la comunidad donde
realiza su trabajo.
No me siento
representado por colegas como Galvis y lamento tan deplorable actitud que no se
justifica en un país como el nuestro.
Esa no es la clase de
ganaderos que necesitamos para tener una ganadería creciente y comprometida con
nuestros esfuerzos y con la sociedad en la cual nos desarrollamos.
Y dos videos que hablan por sí solos:
Y ahora el
escrito de nuestro movimiento.
Circuló una nota de un importante lechero, exigiéndole al ministro de agricultura, que
contestara a sus exigencias y de no hacerlo, llevaría su leche en sus
carrotanques y la botaría enfrente de esa entidad.
La
alternativa que esgrime el empresario nos deja perplejos; esa posibilidad no la
tiene ningún campesino. Pagarle flete a una leche que se va a tirar al piso
suena a exceso, entre otras cosas porque menciona que produce al día 8,000
litros, que son el equivalente a la producción diaria de entre 100 y 200
campesinos.
Desde luego
que un productor tenga la capacidad de hablarle
o en este caso de escribirle al ministro, diciéndole la cruda verdad, es
una posibilidad que pocos de los pequeños tienen.
Les
confesamos que nosotros también hemos intentado hablar en muchas oportunidades
con el alto funcionario y francamente se dificulta por su agenda tan apretada.
De hecho, luego que en cada reunión sacara un cuaderno para tomar apuntes que
nunca se convertían en realidades, en la última reunión que con él tuvimos,
decidimos “bautizar” la dichosa libreta como el “cuaderno del olvido”
En Demogan
respetamos a los grandes productores, pero desde luego nos preocupan mucho los
pequeños que son los que no tienen voz. Es precisamente por esa razón, que trabajamos en un esquema donde no quede el
pequeño desamparado cuando hay excedentes. Para hacerlo, mantenemos un contacto
permanente con la industria, donde de manera respetuosa pero firme y franca planteamos
la necesidad de no dejar sin recoger leche aun en las peores enlechadas.
En alguna
oportunidad Jenaro Pérez (Presidente de Colanta) afirmaba que el peor precio de
la leche para el campesino es el de la leche que este no vende y se queda en la
finca. Es por eso, que en Demogan abogamos por que la industria recoja el 100%
del producido, entendiendo que en las épocas donde el país mucho produzca, se
acopia toda, pagando un menor precio por el excedente, sobre el presupuesto
presentado al inicio de la temporada o del año.
Muchos dirán
que hacer presupuestos que anticipen estimados de producción en vacas es
ingenuo. Hasta el momento la ganadería ha funcionado sin presupuestos, no dar
siquiera el beneficio de la duda a esta nueva idea, es confirmar lo
refractarios al cambio que somos. Pensar diferente nos convierte en proscritos
de la sociedad, es consolidar el oscurantismo como única alternativa para la
ganadería.
Copiar ideas
de otros lugares del mundo es plausible. Para hacerlo es menester comparar
condiciones como son: la genética, el clima, el suelo, los pastos, la
educación, la infraestructura, la seguridad, la sanidad de nuestros hatos
frente a la del país con quien nos comparamos y desde luego comparar las realidades económicas de los productores del país, con nuestros lecheros. En fin la lista se puede ampliar
tanto como queramos y es probable que la variable a la que menos peso le damos,
sea al final la que más afecte el resultado.
En alguna de
las pocas reuniones que sostuvimos con el ministro actual, le sugerimos que
hiciera reuniones con los campesinos, donde ellos tuvieran la oportunidad de
compartirle sus preocupaciones durante una hora y que luego propusieran soluciones
durante dos horas. La voz de los que no tienen voz no es fácil de ser
sustituida, su sabiduría, no nace en los centros del conocimiento, que muchas
veces se guía más por sus paradigmas que por sus meditaciones. la sabiduría del
campo, florece en los prolongados silencios, en observar el ganado, en escuchar
el ritmo al que crece la yerba. Desde luego esa propuesta quedó en el cuaderno
del olvido y nunca se puso en práctica.
¿Cómo
cambiar si siempre hacemos lo mismo? La discusión acerca del precio se repite
sin que nadie proponga nada nuevo. Algunos ganaderos consideran que el único
costo que tienen los industriales es el de la leche, olvidando que hay
amortizaciones, costos de distribución, acopios, laboratorios, tratamientos de
aguas residuales, empaque, en fin todo lo inherente a la industria. A su vez
los industriales no pueden olvidar que los productores están expuestos a las
vicisitudes del clima, las enfermedades, la inseguridad, las pocas o las muchas
preñeces, el deterioro de su genética, la financiación mal concebida, el mito
de las instituciones financieras que los campesinos son malas pagas (mito que
en ocasiones puede no serlo) y otras muchas.
Nuestra
propuesta insistimos, es caminar de la mano la industria y el productor, ninguna
de las dos partes es concebible sin la otra ¿Qué hacemos peleando a cada
instante? ¿Es productivo hacerlo? ¿O
acaso lo hacemos para curar nuestras frustraciones?
Amigos
ganaderos e industriales, busquemos encuentros, no politicemos el agro, esa
alternativa no ha resultado efectiva y en cambio sí nos aleja de las
soluciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario