País de
matices el nuestro.
Hace unos
días en forma de preguntas y respuestas, compartimos la propuesta que es
importante liderar, para construir la mayor empresa de pulverización de leche
de Colombia, dónde la idea es que los lecheros que quieran, puedan ser socios. La
empresa que aspiramos poner a funcionar, con la participación de los ganaderos
que consideren que así se construye un país de empresarios agrícolas en paz, ya
tiene industriales que pueden mostrarnos ejemplos concretos. Aquí, la historia.
El modelo ya
funciona. Sorprende la poca difusión que tiene. Carlos Murgas Guerrero,
caballero, empresario, agrónomo, con profundo sentido social, imaginó y puso en
marcha en el año 2004, una planta en
Tibú, Catatumbo, departamento del Norte de Santander, la figura de alianzas
productivas, para de esa manera ampliar su operación, permitiendo que los
campesinos sean socios.
Hoy tiene
unos 1,600 socios estratégicos, representados en pequeños y medianos
palmicultores, que comparten las tribulaciones y ganancias que significa ser
empresario. No solo está en Tibú, sino en María La Baja, Bolívar, y su
operación principal está en Codazzi, Cesar.
1,700
empleados, 50,000 hectáreas de palma en varias regiones del país, y prepara su
nueva mirada para la Colombia del siglo XXI, que es incluir entre sus socios a
guerrilleros desmovilizados.
Oleoflores,
es un hito en la historia de un país en guerra. Creyó en Colombia, lo mismo que
otros miles de empresarios, cuando no se podía creer, cuando no había
esperanza, cuando se repetían las noches sin futuro.
Su nueva
creación de tejido Social-Empresarial, decidieron sus socios principales, que
se continúe ampliando en un lugar emblemático por su falta de seguridad, una
región, dónde la mata de coca hacía su agosto y que para muchos continúa
haciéndolo. Catatumbo, donde los rayos de guerra, aún no se silencian del todo,
dónde la vida poco valía y vale, dónde pensar en empresas resulta una
equivocación para muchos.
Oleoflores y
sus socios mayoritarios, son un ejemplo para el mundo, un llamado a creer en lo
nuestro, una epopeya que se escribe todos los días.
Visitamos
campesinos en la región de María La Baja; en especial queremos compartirles las
realidades de uno de ellos, aunque debemos advertir que tienen mil casos de éxito
comprobado para mostrar.
Se trata de
don Marcos Arrieta y su esposa doña Virginia Celmira De Lara y sus 5 hijos.
Tienen 5 hectáreas de palma sembradas en el año 2002 en el Viso, Bolívar y
sembraron 2 hectáreas nuevas en el año 2013. Sus ingresos (utilidades) en los
años 2015, 2016 y hasta abril de 2017 respectivamente fueron, $25’5 millones,
$20’7 millones y $17’4 millones (recuerden que este último dato es hasta abril).
Pasaron de un rancho de paja y barro a una hermosa, sólida y colorida casa con
tres habitaciones, cocina, baño y sala. Doña Virginia, en 900 metros de espejo
de agua, produce al año bocachico fresco, que factura en $7 millones de
pesos y uno de sus hijos, compra leche, produce y vende queso costeño generando
utilidades adicionales para la sociedad familiar por $7 millones más. Pero aún
falta: su cheque por dividendos que le llega religiosamente todos los años en
mayo. Este 2017, a don Marcos, que vota libremente por quien quiere que lo
represente en la junta de la planta extractora, le consignaron en su cuenta del
Banco Agrario, $2’6 millones.
Don Marcos,
es un campesino que debemos repetir, pues solo con su firma, en abril de este
año, sin papeleos de ninguna clase, volvieron a prestarle $12 millones en el
Banco Agrario, siendo su cumplimiento crediticio, el único soporte de esta
decisión.
Pero este es
solo el inicio. Ver la mano benefactora de María Victoria Dávila de Murgas, que
en cada uno de los lugares donde está Oleoflores, construye respeto,
credibilidad y fe en Colombia y sus empresarios. En los municipios donde están,
enseñan a niños y adultos, no es caridad, es dignidad lo que ella viene
instituyendo.
Por eso,
desde nuestro rincón ganadero, invitamos a Carlos, su extraordinario grupo
familiar y de ejecutivos, socios, aliados estratégicos, a que nos acompañen
enseñándonos la manera como debemos construir el nuevo modelo empresarial
lechero, que desde Demogan, con el apoyo de otro maravilloso constructor de
sueños, nos ayude a pensar en una ganadería renovada, con modelos incluyentes
que ya conoce, en los que cree y que genuina y respetuosamente le pedimos nos
ayude a pensar, diseñar y construir.
Debemos
agradecer a David, Carlos y sin duda a nuestro antiguo (no viejo), amigo Abel
Mercado Jaraba, quienes nos acompañaron generosamente durante dos días,
mostrándonos este emprendimiento que hace honor a Colombia y sus empresarios.
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