domingo, 24 de noviembre de 2019

Demogan Las Marchas de esta Semana

¿Cuánto costaron los destrozos de las marchas? ¿Por qué perdieron su carácter festivo y amable? ¿Quién o quienes las infiltraron? Esperamos que el gobierno entienda que no hace falta que los ciudadanos marchen, para ser escuchados. Una y otra vez olvidamos que dialogar debe ser la acción que se adopte antes de marchar.   
Demogan a diferencia de la propuesta con tufillo a venganza que promoviera durante el gobierno anterior, uno de los gremios de la ganadería, apoya este gobierno. Hoy no es el momento para reclamos, les sugerimos a los colombianos de bien que lo apoyen. No es razonable no ofrecer fórmulas de arreglo y que todos sigamos perdiendo.
La semana pasada afirmábamos, que la ganadería no puede parar porque los animales requieren del cuidado del dueño todos los días; lo reiteramos, si paramos quedamos peor que si seguimos, así que no paramos. 
¿Qué país latinoamericano, tiene hoy un estado o un modelo viable? Si existiera, muchos de nuestros políticos, no tendrían cabida, pero como el descuaderne es grande, todos estos malos latinoamericanos, tiene como llenar nuestros oídos con mensajes de odio y derrota. Nos preocupa que continuemos cultivando un sistema de vida que solo sirve para culpar a terceros, nunca para diálogos en torno a lecciones aprendidas, o promover la idea de no decirnos más mentiras y aceptar que cada uno de nosotros somos parte del problema y por ende de la solución.
Alguien sugirió que no cedamos más. Me pregunto: ¿en un esquema donde prevalecen los extremos (la pobreza absoluta o la incapacidad para decirnos cuando somos suficientemente ricos) si pensamos que, en lugar de ceder, deberíamos es acercarnos un poco ¿estaría eso mal? Nuestra manera de pensar no nos permite ceder, sencillamente porque ceder es sinónimo de derrota. Nos educan para lograr el éxito a cualquier costo y eso, en una coyuntura como la actual, es sinónimo de enfrentamiento, de la victoria de unos pocos y la derrota de muchos.
La población civil, es carne de cañón de estas guerras no declaradas.
Hace cuatro o cinco semanas, publicamos en este blog, que Venezuela estaba financiando el caos. Nadie puso atención. Venezuela, Cuba, Nicaragua y otros profesionales en generar inestabilidad siguen adelante, con el solo propósito de desestabilizar países.
Invitamos a educar, invitamos a que los “líderes” tomen el mando y no busquen poder sino servir a la ciudadanía, dar ejemplo, no evidenciar su espantosa necesidad de protagonismo, el cual obtienen insultando a sus oponentes. Nos resistimos a creer que no tengan la capacidad de sintonizarse con un país que supuestamente recorren diariamente. Hay quienes sugieren que esto se perdió, creemos que aceptar la derrota no es alternativa. Nos negamos apedrear aquellos con quienes no estamos de acuerdo. Quisiéramos ser capaces de abrir los canales del diálogo. Que el presidente Duque, realmente lo haga. Que entienda que si existe un cargo donde la soledad asusta, es en la cúspide, que debe ÉL ser la persona que gobierne, se equivoque y acierte, que llame gentes de diferentes partidos, que tengan la vocación de servir a Colombia, que posiblemente no le guste a su partido. Gentes que estamos seguros se sacrificarían por el país.
En ese llamado al diálogo señor presidente, llame a los ganaderos independientes, a los ganaderos demócratas, a los ganaderos que tenemos cosas que decir pero que no somos escuchados, no marchamos y no pensamos marchar. Aun no conocemos las políticas ganaderas de su gobierno, ¿Qué pasa que no crece el hato? ¿Porque a pesar de ser un país ganadero con más de un siglo de trabajo, el hato continúa estancando? Desde luego, esos son temas de su ministro de Agricultura, a quien quisiéramos que nos compartiera sus ideas y desde luego nosotros compartirle las nuestras.
Uno de los mensajes es claro y sugerimos escucharlo: La población no cree en sus líderes.  
Amamos a Colombia una tierra que ha estado durante más de un siglo en guerra y donde la mayoría estamos seguros, que vamos a ser capaces de hacer girar el buque, no donde el viento sople mejor, sino donde el viento sea propicio para la paz que necesitan nuestros corazones.

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