Hemos estado
visitando hasta donde nos lo permite nuestro austero presupuesto, algunas
fincas con prácticas ganaderas que resaltan la excelencia. Explotaciones de las
que poco sabemos y de las que debemos estar orgullosos.
Iniciamos
estas visitas, pues muchos se quejan de la manera como el ICA realiza los
exámenes para determinar si algunos animales portan o no la bacteria de la brucella.
Nuestro
compromiso con la ganadería y en general con el sector, es apoyar causas que
pueden no ser populares, pero que son importantes para que la transparencia y
las buenas prácticas se consoliden.
Desde luego
el caso más sonado es el de María del Rocío Zapata, que apareció en el programa
“El mundo del campo” compartiendo sus peripecias para intentar neutralizar una
nueva manera de definir la enfermedad que según el ICA en el caso de su
ganadería Zorrillos es: “Brucelosis Positiva Asintomática” ¿Qué quiere decir
eso? ¿puede definirse como una brucelosis que no tiene síntomas?, ¿un infarto
sin infarto, un cáncer sin cáncer, una diabetes sin problemas de azúcar? No
entendemos.
La
manifestación más evidente de la brucelosis, son los abortos, esta situación NO
se presenta en Zorrillos.
¿Sería
factible interpretar que, la naturaleza nos entregó una vacuna en bandeja para
erradicar la enfermedad?
Sería la
primera finca donde la brucella se presenta en forma de fantasma; significa que
asusta, pero no enferma.
Intentamos
entender, pero no logramos hacerlo. Lo grave, es si la definición científica se
convierte en plaga y se acoge la tesis, vamos a quedar en manos de la
imaginación y no de la ciencia.
Resulta fascinante,
convertir un enunciado en enfermedad, pero la horrible realidad es que no es
chiste, ni aceptable, solo un monstruo que nace en las entrañas del estado.
“Al único
que no le molesta que le tomen cuentas, es al hombre honesto” máxima de un
sabio, cercano a Demogan. En este caso, nuestra sugerencia es que el ICA de
manera transparente, permita que el 100% de sus resultados sean auditados por
un tercer laboratorio. Nos preguntamos, ¿qué sucedería, si los resultados del
instituto salen con glosas y se ha utilizado el fusil sanitario para erradicar
una enfermedad que no existía? ¿Quién paga?
La valerosa
doctora Zapata, ha tenido que sacrificar y está denunciando la situación de
manera pública, pero nuestras pesquisas nos han llevado a más fincas de
ganaderos atemorizados que han tenido que mandar al matadero, decenas de
animales y no continuar certificados tal y como lo sugirió Alfonso Uribe,
director del programa “El mundo del Campo”.
¿Es eso lo
que quiere el ICA, que se erradique la excelencia de nuestras ganaderías?
Esperamos que no.
Durante las
visitas, algunos ganaderos, se quejaron de la intranquilidad que les genera la
utilización de la cepa 19; nos participaron que no les genera confianza.
Adicionalmente, (y esto será objeto de un próximo escrito) hace falta la vacuna
contra la estomatitis, que tradicionalmente la entrega Vecol ¿Sigue entregándola?
La doctora
Deyanira Barrero León, tiene la particularidad de ser la directora del ICA, con
más años en esa institución que cualquiera de sus predecesores. No creemos que
sea fácil timarla; es por eso que la invitamos a que intervenga para verificar
si se está actuando con el cuidado que esta situación exige, si no hay visos de
enfrentamientos personales que resten objetividad al análisis.
¿Se
imaginan? Si un país como el nuestro que necesita estratégicamente convertirse
en centro de la investigación, la ciencia, la innovación ganadera y agrícola;
arruina las pocas empresas que intentan con sus propios recursos superar
estándares mundiales y no lo logra por cuenta de una errada política estatal, a
¿dónde vamos a parar?
El ICA, que
debe ser guardián de la calidad y las buenas prácticas, debe tener a los mejores
en sus filas. Conocemos varios funcionarios que hacen honor a la confianza que
depositamos en ellos, pero puede estar sucediendo que no todos sean así. Urge
hacer una evaluación que tranquilice a los ganaderos. No es aceptable que un
funcionario del estado tenga posiciones personales; si las tiene, decorosamente
debe hacerse a un lado y permitir que un profesional diferente ejecute el
trabajo.
La compleja,
todos los días más olvidada y poco puesta en práctica ÉTICA, es la que debe
prevalecer. El ICA debe ser un santuario de trabajo donde la ciencia debe
sobresalir por encima de cualquier personalismo.
Doctora
Deyanira: necesitamos que el ICA, vuelva por sus fueros, Colombia necesita
empresas certificadas en genética y desde luego en tantas disciplinas del agro
como sea posible. Eso nos permitirá buscar y consolidar el liderazgo para que
podamos exportar a la región y el mundo productos con valores agregados.
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