Los números
hablan por sí solos: las exportaciones colombianas de carne y despojos desde el
2004 hasta la proyección del 2018, representadas en miles de toneladas:
2004
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2005
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2006
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2007
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2008
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2009
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2010
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2011
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2012
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2013
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117,4
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70,7
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136,6
|
144,9
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147,1
|
96,5
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2,4
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5,3
|
8,9
|
33,3
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2014
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2015
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2016
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2017
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2018
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9,2
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9,9
|
10,2
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18
|
19,5
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(Fuente
DIAN)
Las
importaciones de carne, enero mayo, 2016-2018:
2016 54,000 toneladas.
2017 93,000 toneladas. aumento del 72,22%
2018
128,000 toneladas. aumento del 37,63%
Y para
terminar con una cereza, el sacrificio de vacunos pasó de 4’100,000 cabezas en
el 2013, a 3’400,000 en el 2017, una disminución del 17%.
El caso de
las exportaciones de carne, fueron como todos lo sabemos, un espejismo y sin
duda una falta de estrategia. El inmediatismo, el dinero fácil, compradores en
Venezuela carentes de ética y ávidos de dinero, distorsionaron nuestra realidad
ganadera. Nadie se preguntó, nadie cuestionó, solo veíamos como se enriquecían
unos pocos, muchos anhelaban estar entre los bendecidos con el lucro fácil, que
era legal en Colombia, delito en Venezuela. La lección aprendida, que desde
luego no hay muchos interesados en asimilar, es que los negocios para tener
continuidad, no pueden ser el resultado de influencias, ni privilegios de unos
pocos, sino de estrategias sólidas y de largo plazo.
El síndrome
del Dorado, nubla nuestro entendimiento, la mala influencia de la corrupción a
ambos lados de la frontera, exige inmediatez, de ninguna manera largo plazo. Se
hicieron presupuestos que no consultaban realidades; no entendimos que el
negocio no era sostenible. El engaño llegó a su fin en el 2009.
El 2010,
trajo consigo la cruda realidad que exigen los negocios. Desde ese año, las
toneladas exportadas vienen creciendo de manera sostenida, con un salto en el
2013, que pretendió nuevamente acicalar nuestra verdad.
La lección
de las exportaciones de carne, aún no se asimila. Hay quienes no entienden que
esas ventas maquillaron sus balances y venden la idea que fue gracias a
gestiones inexistentes que los negocios florecieron.
Las
exportaciones, disminuyeron y las importaciones crecieron, no de manera
proporcional a las exportaciones sino mostrando realidades sobre las que aún no
reflexionamos.
En Demogan
no tenemos las respuestas, pero si algunas preguntas que deben ayudarnos a
entender este crecimiento.
En primer
lugar, es conveniente separar la importación de carne porcina, de aves y
bovina, para tener un mejor entendimiento. Adicionalmente, una cosa son carnes
procesadas y otra, carne en canal o despostada. Desde luego esa división
debemos tenerla para entender nuestros consumos, fortalezas y debilidades.
Las
estadísticas son primordiales para entender los diferentes sectores; exportar o
importar carne en canal es una operación que no nos permite entender con
exactitud el negocio, la carne en canal genera menos mano de obra en el país de
origen y más en el país de destino; diferente es, cuando son carnes procesadas
que no generan valores agregados en el país donde se consumen.
Nos
preguntamos, ¿Cuál es el encanto de comprar productos importados? Desde luego,
la carne argentina, uruguaya, las chuletas de cordero neozelandesas, o los
cortes australianos, decoran banquetes, pero empobrecen a nuestros ganaderos. Es
obligación de todos los dolientes de la ganadería estudiar con cuidado la
estrategia para aumentar el consumo interno. Eso se ha pensado y mal ejecutado
muchas veces, los resultados están a la vista.
¿Qué estamos
pensando los ganaderos? ¿cuál es la razón para nuestro inmovilismo? ¿somos conscientes
que esperar siempre a que otro nos tire un salvavidas no es respuesta? Nuestra falta
de proactividad es nuestro peor defecto ¿qué proponen?
Nosotros pensamos
que el primer paso, es renovar los protagonistas actuales de la ganadería. No puede
ser tan difícil entender que, si no nos renovamos, los cuerpos gerenciales envejecen
rápidamente, cuando no hay innovación, perdiendo flexibilidad en especial
cuando no se renuevan.
La
arteriosclerosis empresarial existe.
Luego, concientizar
al consumidor para que compre colombiano. La amenaza de acabar nuestro campo
está latente. El mercado interno, es el primer pilar que debemos atender,
fortalecer y promover. Eso no quiere decir que dejemos de importar, quiere
decir que es nuestra obligación ser competitivos en toda la cadena. Competir no
puede ser un tabú, es una obligación sectorial.
Hemos dejado
de sacrificar 700,000 cabezas. Eso son unas 162,000 toneladas; un porcentaje
son sacrificios que no pagan impuesto de degüelle, eso debe ser más alto de lo
que creemos. Hacemos un llamado a las autoridades para estar vigilantes.
¿Qué sucedió
con el ganado que antes se sacrificaba? Perder en 5 años el 17% del sacrificio
nos obliga a investigar.
Somos un
sector con resultados que disminuyen todos los días. Un sector sin respuestas,
tampoco con estadísticas que arrojen claridad para entender que sucede.
Gobernar es
una difícil labor, es más complicada cuando se ofrece cambiar y todo continúa
igual. En la carrera por el poder todos ofrecen lo que sea con tal de llegar a
la meta de primeros.
El
presidente Duque, ya llegó. Es hora de empezar señor presidente. Le sugerimos
que promueva el diálogo ganadero por regiones, que su ministro de agricultura
lo lidere hasta que le dé la vuelta Colombia, luego en un gran encuentro
nacional con su presencia, se firme entre todos, los compromisos con la
ganadería a cinco y diez años; para que en ese documento quede reflejada la
política de estado para la ganadería.
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