Desde muchos
lugares del país, nos escriben para compartirnos la preocupación de pequeñas
empresas lácteas, que procesan desde 20 litros diarios para producir quesos,
arequipe, yogurt, kumis, postres a base de leche y venderlos a panaderías,
tiendas, plazas de mercado y desde luego vendan al público y agreguen a la
dieta proteína. Pues bien, estos industriales y artesanos, se están quedando
sin leche.
El efecto
del verano continúa impactando la producción. Se suma a esto la pobre base
genética y lamentablemente, la dificultad que tienen los ganaderos para manejar
bien las pasturas.
Anteriormente,
ante el menor atisbo de devaluación, los productores de concentrados
inmediatamente publicaban nuevas listas de precios. Llegó la devaluación y
estos industriales, pragmáticamente decidieron no aumentar precios, pues si lo
hacen, peligra que se disminuya aún más el consumo de sus piensos.
Desde luego,
no solo los pequeños están sufriendo el impacto, también los grandes
industriales. Nos dicen que hay canibalismo de clientes entre ellos. Hasta el
punto que algunos ganaderos llaman a decir que no recojan su leche, pues
cambiaron de comprador por el camino. No recomendamos esas prácticas que son:
“Pan de hoy, hambre para mañana”
Hay
productores que le venden a su comprador tradicional una pequeña cantidad de
litros y el resto de su leche se la entregan al contado a procesadores
informales en sus regiones.
Pequeños
ganaderos, socios de cooperativas, que reciben apenas dos salarios mínimos por
la venta de su leche al mes, no tienen opciones claras, pues los volúmenes que
producen no exceden los 50 litros al día y si le venden a alguien diferente,
inmediatamente su comprador tradicional puede no seguir atendiendolos.
La capacidad
negociadora de los campesinos es nula. La suma de muchos es importante, pero su
capacidad asociativa para no hablar de su capacidad de empresarial, no existe.
En Demogan
creemos que la Seguridad Alimentaria del país, se inicia con la seguridad alimentaria
de los campesinos. Ellos son la savia del negocio agrícola y ganadero.
Algunos de
esos trabajadores del campo, no tuvieron más opción ante la falta de tierras y
de hato, que dar un paso al lado, pasando de ser independientes sin
prestaciones, dueños de una parcela y unas vacas, han tenido que salir a buscar
empleos mal remunerados, algunos, migrar a las ciudades para aumentar el tamaño
de los cinturones de miseria, no encontrar empleo y volverse mendigos o
delincuentes y tristemente, en muchos casos, no migrar y convertirse en
cuatreros.
Hay quienes
piensan erróneamente que los ganaderos no hacen otra cosa que quejarse. Puede
ser cierto en unos cuantos casos, pero no en la mayoría.
Quienes esto
afirman, no tienen la visión completa y así no es posible dibujar el cuadro.
Vale la pena
sugerir que la Bolsa Nacional Agropecuaria, diseñe esquemas de acopio que
puedan ser vigilados por ellos, y manejados por cooperativas campesinas; eso
mismo desde luego pueden hacer las grandes industrias en compañía de la Bolsa.
Ya existe en la Macarena un ejemplo que hace falta multiplicar en muchos otros
lugares de nuestra geografía.
Nosotros
pensamos en un “trípode” salvador no solo para los pequeños, sino en general
para el sector ganadero. Para empezar, insistimos en la urgencia de multiplicar
centros de acopio empezando por el Cauca. ¿La razón? Para ningún colombiano es
un misterio que la violencia extrema azota ese departamento.
La segunda
“Pata” del trípode es el agua. Según el censo agropecuario, la ganadería cuenta
con 600,000 predios, no todos ellos con jagüeyes o reservorios y en el caso de
tener esas lagunas artificiales, no funcionan por falta de orientación técnica.
El espejo de agua que se lograría si “cultivamos” el agua que hoy desborda
cañadas, aumentando la sedimentación haría un cambio importante. Cada predio con
agua “cultivada” es una finca menos “robándole” en verano agua a los acueductos
veredales, y una finca más produciendo durante la época seca.
La tercera, es
educar en prácticas asociativas a los pequeños finqueros para que puedan vender
en bloque su leche, pero también con apoyo técnico desarrollar quesos y
productos lácteos con denominación de origen. Colombia cuenta con 12 variedades
de quesos, debemos duplicar esas denominaciones de origen en el corto plazo
enseñando a dar valores agregados a los productores.
La ganadería no puede ser la más hermosa de la
fiesta y la peor trajeada. La ganadería no es otro país. Los desarrollos por
hacer son muchos y podrían duplicar el empleo generando prestaciones sociales para
los campesinos.
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