Juan José
Perfetti, en su columna semanal del periódico El Colombiano, hace referencia a
las recomendaciones de la Organización Para la Cooperación y el Desarrollo
Económico OCDE.
Vale la pena
volver sobre ellas, pues valida puntos que desde Demogan y otras organizaciones
hemos mencionado. Adicionalmente, si el Ministerio de Agricultura tomara en
cuenta al menos unas pocas de las sugerencias, probablemente el panorama
agrícola sería diferente.
Colombia
desde hace un tiempo, intenta afiliarse a ese organismo, pero por lo visto los
cuestionamientos que nos hacen, probablemente van a continuar retrasando
nuestro ingreso.
La OCDE, fue
fundada en 1961 y coinciden 35 países.
La primera
crítica que nos hacen, es que tenemos muchos organismos estatales que compiten
entre sí; nosotros agregaríamos que la politización no permite que funcionen ni
den el apoyo esperado. Más grave aún, es que algunos gremios también permiten
esa politización que no contribuye a despejar el panorama.
Al mencionar
la tierra, resalta tres temas primordiales: Su mal uso, la concentración de la
propiedad y la informalidad en los derechos de la tierra. El tema no es de poca
monta. La tierra nos ha llevado por el camino de una guerra cruenta que sigue
sin terminarse. Curiosamente la paz firmada, deja entrever nuevos
enfrentamientos, que solo esperamos no resulten en el catalizador de más graves
conflictos. No debemos desconocer los efectos de la violencia cuando
diagnosticamos el agro.
La OCDE
afirma, que la economía agrícola, ha girado de manera exclusiva en torno al
precio. En nuestro concepto este es un paliativo que apresura acuerdos que
duran poco tiempo. Todos se sienten ganadores cuando obtienen incrementos en
sus precios y a su vez el gobierno, queda con el convencimiento que ya arregló
el problema, evitando así las soluciones de fondo que demandan las regiones
aisladas donde están nuestros empresarios campesinos. Las vías terciarias,
continúan siendo un alacrán en el bolsillo de nuestros gobiernos ¿Qué tal las
tarifas de energía que debe pagar una finca donde muchas veces hay más tiempo
sin el servicio que con él?
El riego
brilla por su ausencia y que decir del uso racional del recurso hídrico. El
agua que es transversal a todo el sector no la entendemos.
Investigar
que debería ser una de las preocupaciones permanentes de gobierno y gremios no
es prioridad. Corpoica, que ha contado con la suerte de tener un director
íntegro que ha evitado la politización de la corporación, no cuenta con los
recursos que debería tener. El ICA se desmorona, politizado, dedicado a recibir
hojas de vida, con más abogados que científicos (Los pocos estudiosos del agro
que tiene, es urgente cuidarlos pues mantienen viva la llama de la ciencia).
La
tecnología agrícola con la que contamos, muchas veces no interpreta nuestras
urgencias, mucho menos el largo plazo.
La OCDE, no
menciona la importancia de centros de acopio, tampoco de las dificultades de
mercadeo que tienen los finqueros, mucho menos la migración del campo a la
ciudad y la premura con la que debemos educar a los más de dos millones de
jóvenes que se marchitan por la falta de oportunidades. Leer sin entender no es
propuesta ni solución.
Tenemos
líneas de crédito y banco que se supone debe atender a los campesinos, pero no
les llega. El discurso agrícola que tenemos para ofrecer está lleno de
palabras, pero sin contenido. Ese es el desafío.
Nuestro país podría alimentar un continente,
tenemos la gente, pero no contamos con el liderazgo.
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