domingo, 13 de agosto de 2017

Demogan La OCDE y los desafíos del agro

Juan José Perfetti, en su columna semanal del periódico El Colombiano, hace referencia a las recomendaciones de la Organización Para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE.
Vale la pena volver sobre ellas, pues valida puntos que desde Demogan y otras organizaciones hemos mencionado. Adicionalmente, si el Ministerio de Agricultura tomara en cuenta al menos unas pocas de las sugerencias, probablemente el panorama agrícola sería diferente.
Colombia desde hace un tiempo, intenta afiliarse a ese organismo, pero por lo visto los cuestionamientos que nos hacen, probablemente van a continuar retrasando nuestro ingreso.
La OCDE, fue fundada en 1961 y coinciden 35 países.
La primera crítica que nos hacen, es que tenemos muchos organismos estatales que compiten entre sí; nosotros agregaríamos que la politización no permite que funcionen ni den el apoyo esperado. Más grave aún, es que algunos gremios también permiten esa politización que no contribuye a despejar el panorama.
Al mencionar la tierra, resalta tres temas primordiales: Su mal uso, la concentración de la propiedad y la informalidad en los derechos de la tierra. El tema no es de poca monta. La tierra nos ha llevado por el camino de una guerra cruenta que sigue sin terminarse. Curiosamente la paz firmada, deja entrever nuevos enfrentamientos, que solo esperamos no resulten en el catalizador de más graves conflictos. No debemos desconocer los efectos de la violencia cuando diagnosticamos el agro.
La OCDE afirma, que la economía agrícola, ha girado de manera exclusiva en torno al precio. En nuestro concepto este es un paliativo que apresura acuerdos que duran poco tiempo. Todos se sienten ganadores cuando obtienen incrementos en sus precios y a su vez el gobierno, queda con el convencimiento que ya arregló el problema, evitando así las soluciones de fondo que demandan las regiones aisladas donde están nuestros empresarios campesinos. Las vías terciarias, continúan siendo un alacrán en el bolsillo de nuestros gobiernos ¿Qué tal las tarifas de energía que debe pagar una finca donde muchas veces hay más tiempo sin el servicio que con él?  
El riego brilla por su ausencia y que decir del uso racional del recurso hídrico. El agua que es transversal a todo el sector no la entendemos.
Investigar que debería ser una de las preocupaciones permanentes de gobierno y gremios no es prioridad. Corpoica, que ha contado con la suerte de tener un director íntegro que ha evitado la politización de la corporación, no cuenta con los recursos que debería tener. El ICA se desmorona, politizado, dedicado a recibir hojas de vida, con más abogados que científicos (Los pocos estudiosos del agro que tiene, es urgente cuidarlos pues mantienen viva la llama de la ciencia).
La tecnología agrícola con la que contamos, muchas veces no interpreta nuestras urgencias, mucho menos el largo plazo.
La OCDE, no menciona la importancia de centros de acopio, tampoco de las dificultades de mercadeo que tienen los finqueros, mucho menos la migración del campo a la ciudad y la premura con la que debemos educar a los más de dos millones de jóvenes que se marchitan por la falta de oportunidades. Leer sin entender no es propuesta ni solución.
Tenemos líneas de crédito y banco que se supone debe atender a los campesinos, pero no les llega. El discurso agrícola que tenemos para ofrecer está lleno de palabras, pero sin contenido. Ese es el desafío.
Nuestro país podría alimentar un continente, tenemos la gente, pero no contamos con el liderazgo.

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