Está semana
se posesionó como viceministro de agricultura, Juan Pablo Pineda Azuero,
reemplaza a Hernán Román Calderón.
En primer
lugar, queremos hacer un breve reconocimiento al ingeniero Román, por su
trabajo en el ministerio. Hombre serio, de pocas palabras, honorable, candidato
a PhD en economía agrícola, sin protagonismos ni desplantes, conocedor del campo a través de nuestro grano icónico. Gracias Hernán por sus desvelos para con la agricultura,
nuestras diferencias siempre estuvieron guiadas por el respeto, que sepamos,
ningún ganadero o agricultor puede alegar maltrato de ninguna índole. Uno de
nuestros maestros el doctor Alfonso Casas Morales, hacía la clara diferencia
entre un caballero y un truhan, Hernán Román es un caballero, para él nuestro
reconocimiento y el deseo para que su vida continúe siendo faro de las buenas
maneras y la decencia.
De otra
parte llega al viceministerio, Juan Pablo Pineda Azuero, venía acompañando al
ministro Iragorri apoyando su gestión con los gremios agrícolas. Son 16 fondos
parafiscales, otras tantas federaciones, muchas de ellas con ínfulas imperiales,
Juan Pablo, sin soltar amarras, logró comunicarse con todos, disentir cuando
era necesario, apoyar en la mayoría de los casos, buscando el conceso entre las
partes, y por encima de todo, siendo leal con su ministro. Esa lealtad la supo
reconocer Iragorri y es probable que esa sea una de las razones, por las que opto
por su nombre para que lo acompañara en un cargo delicado, donde se requiere un conocedor de la estrategia condición que Pineda cumple, a pesar de su juventud con
lujo de detalles.
El nuevo viceministro
tiene exigencias fuertes que cumplir en lo que resta del gobierno Santos. Sin duda
ese ministerio, es uno de los ejes para atender lo que ahora llaman el post
acuerdo. Colombia es un país de pequeños agricultores, muchos sugieren que en
áreas chicas, es muy difícil producir rentablemente comida. Hacerle caso a quienes
se escudan en lo que hay para no hacer nada, no puede ser parte de la solución.
Hablan de la no sostenibilidad de esas fincas, olvidando que en los países
densamente poblados eso es exactamente lo que hay: Fincas Diminutas. De otra
parte, la palabra sostenible que se ha convertido en mantra, debería sufrir una
transformación para convertirse en “permanente”; aquello que es sostenible, es
porque ha sido permanente o será permanente. Ese tema será objeto de otro escrito.
La paz se derrumba, cuando el campesino no produce suficiente para sostenerse,
la rentabilidad, es requerimiento de la agricultura moderna. El campo debe ser
lugar donde las nuevas generaciones encuentren la manera para realizarse.
No es el
ánimo de este blog, decirle a Juan Pablo que hacer, sin embargo abusando de su bonhomía,
le sugerimos, velar por que los campesinos puedan acceder a pensión, que el
campo cuide el agua, se reforeste, que Colombia sea exportadora neta de alimentos, empezando
por esos productos que algunos creen imposible llevar a tierras lejanas, que
los gremios se democraticen, que los dineros no se dilapiden, que la ganadería
sea un negocio, difícilmente existe una solución que genere caja permanente
como la leche, por eso debe cuidar la retención de vientres, apoyar a la
industria que cuida de sus proveedores, y lograr que el hombre de campo vuelva
a creer, que su hogar está en su finca, que allí puede vivir dignamente,
produciendo rentablemente para Colombia y el mundo.
Suerte Juan Pablo, estaremos muchas veces en
desacuerdo, y otras pocas de acuerdo, pero puede contar con que no vamos a
discutir por cosas que no sean justas, intentaremos ser objetivos en nuestras
solicitudes, entendiendo sus dificultades, con la esperanza que usted también
entienda las nuestras.
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