Nos llegó un
documental que demuestra como en Europa, específicamente en Francia, los
productos que llevan frutas, prácticamente ninguno dice la verdad cuando describen sus bondades en los empaques.
Es una
paradoja la confusión en que estamos inmersos como sociedad. Vender productos
así sea engañando al consumidor final, incluyendo toda suerte de “sobornos”
para que los niños exijan a sus madres que compren productos que no les hacen
bien, es la nueva religión.
Defendemos
sin ambages la empresa privada. Queremos agregar una propuesta a esas compañías:
Empresas Privadas Centradas en
Principios.
En ocasiones, el mercadeo ha sido herramienta que da a conocer productos que antes no
resultarían vendibles y que hoy, gracias al trabajo de millones de trabajadores alrededor del mundo se venden con beneficios indudables, mercancías que activan
la economía y traen bienestar a cientos de millones. Si las empresas deben
cuidar al consumidor, los publicistas deben abanderar causas que cuiden no solo
al consumidor, sino también el medio ambiente. Sería honroso conocer
profesionales que, por razones éticas, se nieguen a participar en campañas que
descuiden dos de los muchos pilares que, a largo plazo, serán la verdadera
muralla que evite el derrumbamiento de una economía, que en ocasiones se
desmadra centrándose exclusivamente en las utilidades.
En nuestra
niñez, las posibilidades de engañarnos con la leche, sucedía cuando nuestras
madres compraran leche barata, que incluía una cantidad de agua en cada
botella. Desde luego, el control de calidad lo hacíamos los niños, que a Dios
gracias sabíamos de dónde provenía la leche y a que sabía una postrera; ese
conocimiento nos convertía en auditores autorizados de las leches de mala calidad.
Muchas empresas se quebraron por esas malas prácticas.
Hoy la
mayoría de los pequeños consumidores han perdido la posibilidad de cuestionar
el menjurje que se toman, pues lo enmascaran con azúcar y esencias, distorsionando
aún más lo que se consume.
Demogan está
trabajando denodadamente, para que cuando una empresa incluya lactosueros en
una caja o bolsa, sea TOTALMENTE claro, que no se puede llamar leche si se ha
incluido lactosuero, sin importar la dosificación del sustituto.
Algunos
evitan la confrontación, lo sabemos, lo lamentamos, nos avergüenza que así sea,
pues quienes evitan esa confrontación seguramente tienen hijos o nietos que van
a verse afectados por la mala calidad de lo que consumen.
Lo curioso
es que llegar a conclusiones que sean científicamente comprobables, nos ha
costado mucho trabajo, nos ha exigido convencer a unos pocos ciudadanos de bien
que entienden la importancia de desenmascarar el ilícito y nos han aportado los
fondos para poder hacer los estudios.
Muchos
frentes hemos tenido que atender. Compartimos uno de ellos: en el mundo entero
la figura de agregar lactosueros a la leche, NADIE la entendía; la respuesta de
las personas con las que hablábamos, era sencilla: “Si no es 100% leche de
vaca, se llama bebida láctea y eso es aceptable”, al responderles que no lo
denunciaban en la etiqueta, nuevamente la sencillez de la respuesta era
contundente: “Entonces es un fraude y tampoco debe ser difícil que las
autoridades lo entiendan”. Claro, no nos interesaba discutir con gentes del
exterior que nuestro INVIMA, la manera que tiene para descubrir si se comete el
fraude, es estando en el momento que se incluye a la leche el sucedáneo, y eso,
es muy poco factible que suceda.
Mientras que
tenemos respuestas de las autoridades (No sabemos cuánto puede eso tardar) le
pedimos a las madres, a los tenderos, a las grandes superficies, que se
abstengan de poner en sus góndolas, leche que no sea leche al cien por ciento,
si lo van a hacer, exijan que en la etiqueta de manera visible diga claramente:
BEBIDA LÁCTEA CON LACTOSUERO AL XX%.
Esta
práctica afecta de manera grave a nuestros campesinos, pues se dejan de comprar
al día, según el cálculo más optimista que hemos hecho, 225,000 litros, que
equivalen a 82’125,000 litros al año. Sin embargo, hay quienes nos dicen que
puede llegar a 600,000 litros día o 219’000,000 de litros al año.
Apóyennos,
defendamos la seguridad alimentaria de Colombia. Cuidar nuestro edén, es
responsabilidad de todos.
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