Son muchos
los frentes que debe resolver cada ganadero para que en adición, tenga que
solucionar el de su seguridad personal y la de su ganado. La tranquilidad en
los campos es un derecho, no un privilegio, por eso es nuestra obligación manifestarnos, sin
altanería, que es un ingrediente que solo se esgrime cuando no se tiene la
razón.
Colombia es
un país de países, un país de campesinos, un país de ganaderos. El primer paso
que debemos dar para que la nación sea segura, es empezar por la base, de otra
forma, los cinturones de miseria de las ciudades van a continuar
incrementándose.
Luego de
muchas conversaciones espontáneas, en compañía de la autenticidad de los
hombres de campo, es claro que para ellos desplazarse forzosamente a las
ciudades, es cruzar la frontera invisible con el infierno. Todos perdemos: La
seguridad alimentaria, la seguridad ciudadana, el campo se enmonta, los hijos
se pierden, los servicios no alcanzan, la vida se congestiona y el hombre
descubre con terror, lo que es la soledad acompañada con seres anónimos que
nada tienen que ver con su pasado.
Hoy
denuncian que están llegando los facinerosos con camiones a llevarse el ganado
de las fincas. Desde luego eso no sucede en lugares poblados, sino en pueblos
ignotos, donde a pesar de sus esfuerzos la Policía no puede resolver por
carencia de efectivos el problema.
El Cauca, es
uno de los departamentos que más solo se siente, allí estuvo en el pasado el
hoy director de la Policía, dejando una sensación de seguridad que los caucanos
añoran. Ese departamento como pocos tiene propuestas que el gobierno central no
escucha y que invitamos a que las entienda y las atienda.
Desde el
Casanare, nos llega una propuesta fácil de implementar, como es tener centralizada
y disponible con todas las unidades policiales, la información de yerros del
ganado.
Acelerar por
parte del ICA la identificación nacional de todos los semovientes, junto con
lectores de esos dispositivos, que tengan algunas unidades móviles de la fuerza
pública, ayuda a mejorar el control.
El precio
del ganado en el Ecuador, según algunos testimonios, es de $10,000 el kilo
frente a los $4,000 que se pagan internamente. A su vez en la frontera con
Venezuela, hay gentes que sacan el ganado y lo regresan con el único propósito
de lavar dinero. Reforzar la seguridad en las fronteras que estamos seguros
está en las prioridades del actual director, debe adelantarse con urgencia.
Desde luego
si en el Ecuador el kilo tiene semejante precio, el golpe llega hasta el Cauca,
cobija Caquetá, Putumayo, Huila y Nariño. Por eso la red de información para
atacar a los delincuentes, debe iniciarse desde cada finca. Hoy contamos con la
facilidad de los celulares, invitamos a que se configuren redes municipales,
departamentales y regionales que sin demora accedan a los centros de
inteligencia de ejército y policía, para que la reacción no se haga esperar.
Ojalá las denuncias se complementen con fotos, además que el nombre de quien
apoya la fuerza pública quede en el anonimato, los ganaderos no pueden ser
perseguidos por proteger y cuidar lo que les pertenece.
La
delincuencia lo mismo que los pensamientos extremos o fundamentalistas, no
tienen color político. Los discursos encendidos de Hitler eran en esencia los
mismos de Stalin en Rusia o de Pol Pot en Camboya. Desestabilizar el país, no
puede ser formula de arreglo ni alegrar a nadie. Los únicos verdaderamente
afectados son las gentes del común, son los campesinos, los ganaderos, los
hombres de campo y desde luego cada colombiano que debería llevar en su solapa
una orquídea que es nuestra flor nacional, dejando claro que su tranquilidad no
puede ser parte del enfrentamiento político que hoy crece como maleza en tantos
frentes.
Los
ganaderos no son afectos a las armas, tampoco al insulto, ni a las posiciones
extremas; les molesta que algunos consideren que representarlos es parte de un
botín político. El ganadero debe defender su autonomía para pensar como el
crea, cuidando la naturaleza, desde luego el agua que es el eje de la
ganadería, cuidando cada nacedero de su finca, impulsando la silvicultura,
pagando de manera justa a todos los que con él trabajan, mejorando todos los
días su genética, su producción, sus suelos y sus pastos, de ninguna manera
armándose.
Las armas en
poder del estado. Dejo un pensamiento que me hiciera en el Cauca un ganadero:
¿Y si el estado no me protege, me dejo matar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario