Como es tradicional, los temas que tengan que ver con política los escribo a nombre propio. Pensar que todos en Demogan tenemos el mismo candidato, es autocracia.
La fundada
preocupación de muchos sobre los resultados de las elecciones se ha venido
incrementando. Hay quienes piensan dirigir el voto de sus empleados para evitar
que lo hagan por Petro. No estoy de acuerdo que nadie dirija una de las pocas
libertades que les quedan a algunos. Votar no cuesta y votar por quien sea no debe
estigmatizar.
En
elecciones nadie debería sugerir por quien NO votar, sino limitarse a
dar sus razones por que va a votar por la persona que vaya a hacerlo.
Amenazar con
el despido o retaliaciones peores es insultar la democracia.
Dialogar e
insistir que el voto es libérrimo es la única propuesta.
Como pocas veces de
estas elecciones depende nuestra república.
La
colonización del tarjetón es una práctica que no es otra cosa que comprar el
voto o constreñir al votante y lleva más de 100 años en nuestro país. Las
arengas de monseñor Builes desde los pulpitos descalificando al partido
contrario a sus afectos, polarizando un país que había sufrido más de 14
guerras civiles durante el siglo XIX, no ayudó en nada, sino que al contrario exacerbó
las diferencias y afianzó la polarización como medio de vida.
En mi concepto
los partidos se transformaron en sectas, estas no tienen líderes sino
iluminados extremistas que vociferan ideas erradas. Para ellos disentir está
proscrito. El matoneo es propio de quien no tiene la razón e insulta la
inteligencia de un país donde nos ufanamos que hay Independencia.
Esas sectas
van a derrotar la democracia, porque el pensamiento colectivo y variopinto es
el que fortalece los movimientos políticos del mundo.
Denunciemos esa
práctica y cuidemos la independencia, de quienes trabajan con nosotros.
La esencia
del hombre es la libertad.
En la medida
que las sectas defiendan a sus confundidos patrones sin importar sus delitos,
pueden estar seguros qué estas se derrumbarán más temprano que tarde. No es
comprando votos, ni insultando opositores, tampoco masacrando disidencias que se ganan elecciones, esas “victorias” son efímeras.
Todos hablan
del cambio, ninguno explica cómo va a financiar ese cambio ni cual es el cambio;
el más sencillo, será el de cambio de gabinete, el más profundo defender la
ética con la vida de cada uno de nosotros.
Los candidatos
no discuten temas serios en sus debates, no he escuchado la manera cómo van a movilizar
las barreras que ha construido la burocracia por décadas. Personas que atacan
la eficiencia no deberían continuar con el estado. “La burocracia crea dificultades
para cobrar favores” me decía un maestro.
Nuestra
patria es territorio donde la mayoría de las veces se defienden privilegios y no
la razón.
Algunos de
los candidatos han sugerido el agro como piedra angular de su programa de
gobierno. No tengo claro cuánto dinero están pensando para fortalecerlo, algún
candidato habló que $36 billones en los cuatro años, queda faltando educación, infraestructura,
defensa etc. Aun no se de dónde va a salir la plata. Resolver esa
incógnita es urgente.
El único que
claramente a cuestionado de dónde va a salir el dinero es Fajardo y las
respuestas no han sido claras.
Coincido que
el agro debe ser fortalecido, transformar Colombia en exportadora de nutrición
a nivel mundial, es un enunciado, pues para hacerlo es necesario crear la
cultura de, “Productos Calidad Colombia” y que el concepto sea defendido con
convicción por cada uno de los participantes y contar con los fondos para
hacerlo.
Inyectarle a
cada finquero el orgullo por su producto, convencerlos que lleven erguidos el
pabellón representando a su región al país, su empresa y su familia.
Respetaré la
elección. Votaré por Fajardo. Apoyaré al presidente que sea elegido por
mayoría, denunciaré el fraude, con la esperanza que esos cuatro años al menos civilicen
nuestras diferencias políticas para que los cuatro años que sigan, nos permitan
continuar acercándonos a la lejana meta que es la democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario