Hace unos años un ministro de agricultura, sugirió que pasáramos de “la habladera a la sembradera” No coincidimos en la propuesta y expresamos nuestro desacuerdo, aclarando que “La Sembradera” sin acopio era ruina.
El 5 de julio de 2019, el SIPRA (Sistema Para la Planificación Rural Agropecuaria) compartió con el país los siguientes datos: Frontera Agrícola 39’239.481 hectáreas, de las cuales, 28’057.549 son en ganado, (87% del total de la frontera agrícola). Bosques naturales 48’433.411 hectáreas y exclusiones legales 26’402.079, un total de 114’074.971 hectáreas de tierra.
Nuevamente el vigía de Colón podría decir: “Tierra a la vista”, tierra para sembrar, para trabajar y desde luego para generar seguridad alimentaria, aumentando la productividad, puestos de trabajo y una política de acopio que ya tuvimos pero que, por razones de la desindustrialización, perdimos.
A su vez, el
diario La República, habla que, 43 millones de hectáreas son de uso
agropecuario, y 63’2 millones son bosques naturales, probablemente parte de las
exclusiones legales tienen participación en frontera agrícola y bosque
naturales.
En el año
2005 se lanzó “Visión Colombia 2019”, allí hablaban de 73 millones de hectáreas
de bosques naturales. Hemos perdido 10 millones de hectáreas de bosques, que
atrapaban agua y CO2 equivalente y para ser consecuentes con el título de este
artículo, bosques que acopiaban.
El ejemplo
de acopio de nuestro país, inició en 1944 año en que fundaron el INA (Instituto
Nacional de Abastecimiento) que luego sería IDEMA, que tenía que refinanciar
permanentemente el gobierno para poder comprar y vender cosechas, hacer
importaciones de productos escasos, fundar centrales de abasto que aún
subsisten, dar precios de sustentación para evitar que se quebraran los
campesinos y agricultores, informar permanentemente las fluctuaciones de
precios, en fin un servicio que bastante falta hace hoy.
El Instituto
era sin duda el brazo armado del ministerio de agricultura para oxigenar el
campo. Por no tenerlo, hace poco el MADR tuvo que recurrir a la fórmula
de vender papa en los semáforos para evitar que los paperos se murieran de
hambre a pesar de tener que comer. Paradojas absurdas que la gente se muera de
hambre en el paraíso de la fertilidad, los pisos térmicos, de campesinos con
tesón indomable para producir, pero que no tienen ni donde vender ni cómo
avanzar. Bienvenidos a la pobreza que produce la abundancia cuando se calla la
imaginación y deben nuestros empresarios vivir con temor al éxito.
Todos
sabemos que los gremios tienen continuidad y los gobiernos no. En el pasado ya
tuvimos la triste experiencia de ver como un alucinado gerente de gremio apoyaba un paro nacional, olvidándose que la obligación de un líder gremial es
evitar que los países se desbarranquen, su sector se fortalezca, y ser maestro
del diálogo eterno y desgastante.
La falta de
acopio inició cuando se desmontó el IDEMA, en ese momento se le abrió camino al
narcotráfico ¿Qué alternativa les quedaba a los campesinos? Desde luego no es
disculpa, pero es la realidad.
Hoy, el
campesino debe estar por encima del limitado pensamiento de los gremios y los
gobiernos. Nos dirán que somos ingenuos, respondemos que a falta de propuestas
buenas son las nuestras.
¿Qué
exactamente proponemos? Empezar con un producto: La Leche. La razón es
sencilla, genera caja dos veces al mes, es trasversal al agro: entre 320.000 y
365.000 productores, 700.000 empleos, está presente en 22 departamentos, hay
más de 800 industrias para transformarla, por regiones podemos tener diferentes
denominaciones de origen para vender a mejores precios, es proteína asequible
para todos los estratos, acopiarla en su totalidad evita enlechadas, se puede
conservar largo tiempo si se pulveriza.
Insistimos
en dos temas fundamentales para que la leche funcione como eje de desarrollo
del campo: La industria debe comprometerse a comprar el 100% de la leche que
saquen sus proveedores con la fórmula que les hemos presentado en varias
ocasiones y que tengamos la cédula ganadera de la misma manera que hay cédula
cafetera, con esto buscamos que todos puedan votar, que tengamos claro cuántos
somos y puedan acceder a beneficios que aún no son claros pero que deben irse
dando.
Acopiar
exige profesionalizar la cadena en su totalidad, tener información confiable a
nivel local, regional, nacional y mundial; la paradoja, es que estamos en las
antípodas gerenciales, o se tiene conocimiento gerencial o no, el acopio
tendría que ayudar a mejorar el entendimiento entre dos partes que están
llamadas a trabajar juntas pero que se niegan a hacerlo.
La manera de
unir ya está inventada, es hacer que proliferen las cooperativas y ese curso
puede darlo Colanta; es probable que exista quien prefiere que los lecheros no
se junten, Demogan prefiere que se unan que jueguen juntos, pero no revueltos, que
dialoguen, no que se peleen, para construir una potencia lechera que por lo
visto nos cuesta trabajo aceptar que exista.
Este es el
primer capítulo de un sueño llamado unión productiva láctea, que esperamos
muchos de ustedes adopten, vivan, defiendan y trabajen por él.
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