domingo, 24 de enero de 2021

Demogan El Desafío del Acopio

Hace unos años un ministro de agricultura, sugirió que pasáramos de “la habladera a la sembradera” No coincidimos en la propuesta y expresamos nuestro desacuerdo, aclarando que “La Sembradera” sin acopio era ruina.

El 5 de julio de 2019, el SIPRA (Sistema Para la Planificación Rural Agropecuaria) compartió con el país los siguientes datos: Frontera Agrícola 39’239.481 hectáreas, de las cuales, 28’057.549 son en ganado, (87% del total de la frontera agrícola). Bosques naturales 48’433.411 hectáreas y exclusiones legales 26’402.079, un total de 114’074.971 hectáreas de tierra.

Nuevamente el vigía de Colón podría decir: “Tierra a la vista”, tierra para sembrar, para trabajar y desde luego para generar seguridad alimentaria, aumentando la productividad, puestos de trabajo y una política de acopio que ya tuvimos pero que, por razones de la desindustrialización, perdimos. 

A su vez, el diario La República, habla que, 43 millones de hectáreas son de uso agropecuario, y 63’2 millones son bosques naturales, probablemente parte de las exclusiones legales tienen participación en frontera agrícola y bosque naturales.

En el año 2005 se lanzó “Visión Colombia 2019”, allí hablaban de 73 millones de hectáreas de bosques naturales. Hemos perdido 10 millones de hectáreas de bosques, que atrapaban agua y CO2 equivalente y para ser consecuentes con el título de este artículo, bosques que acopiaban.

El ejemplo de acopio de nuestro país, inició en 1944 año en que fundaron el INA (Instituto Nacional de Abastecimiento) que luego sería IDEMA, que tenía que refinanciar permanentemente el gobierno para poder comprar y vender cosechas, hacer importaciones de productos escasos, fundar centrales de abasto que aún subsisten, dar precios de sustentación para evitar que se quebraran los campesinos y agricultores, informar permanentemente las fluctuaciones de precios, en fin un servicio que bastante falta hace hoy.

El Instituto era sin duda el brazo armado del ministerio de agricultura para oxigenar el campo. Por no tenerlo, hace poco el MADR tuvo que recurrir a la fórmula de vender papa en los semáforos para evitar que los paperos se murieran de hambre a pesar de tener que comer. Paradojas absurdas que la gente se muera de hambre en el paraíso de la fertilidad, los pisos térmicos, de campesinos con tesón indomable para producir, pero que no tienen ni donde vender ni cómo avanzar. Bienvenidos a la pobreza que produce la abundancia cuando se calla la imaginación y deben nuestros empresarios vivir con temor al éxito.

Todos sabemos que los gremios tienen continuidad y los gobiernos no. En el pasado ya tuvimos la triste experiencia de ver como un alucinado gerente de gremio apoyaba un paro nacional, olvidándose que la obligación de un líder gremial es evitar que los países se desbarranquen, su sector se fortalezca, y ser maestro del diálogo eterno y desgastante.

La falta de acopio inició cuando se desmontó el IDEMA, en ese momento se le abrió camino al narcotráfico ¿Qué alternativa les quedaba a los campesinos? Desde luego no es disculpa, pero es la realidad.        

Hoy, el campesino debe estar por encima del limitado pensamiento de los gremios y los gobiernos. Nos dirán que somos ingenuos, respondemos que a falta de propuestas buenas son las nuestras.

¿Qué exactamente proponemos? Empezar con un producto: La Leche. La razón es sencilla, genera caja dos veces al mes, es trasversal al agro: entre 320.000 y 365.000 productores, 700.000 empleos, está presente en 22 departamentos, hay más de 800 industrias para transformarla, por regiones podemos tener diferentes denominaciones de origen para vender a mejores precios, es proteína asequible para todos los estratos, acopiarla en su totalidad evita enlechadas, se puede conservar largo tiempo si se pulveriza.

Insistimos en dos temas fundamentales para que la leche funcione como eje de desarrollo del campo: La industria debe comprometerse a comprar el 100% de la leche que saquen sus proveedores con la fórmula que les hemos presentado en varias ocasiones y que tengamos la cédula ganadera de la misma manera que hay cédula cafetera, con esto buscamos que todos puedan votar, que tengamos claro cuántos somos y puedan acceder a beneficios que aún no son claros pero que deben irse dando.  

Acopiar exige profesionalizar la cadena en su totalidad, tener información confiable a nivel local, regional, nacional y mundial; la paradoja, es que estamos en las antípodas gerenciales, o se tiene conocimiento gerencial o no, el acopio tendría que ayudar a mejorar el entendimiento entre dos partes que están llamadas a trabajar juntas pero que se niegan a hacerlo.

La manera de unir ya está inventada, es hacer que proliferen las cooperativas y ese curso puede darlo Colanta; es probable que exista quien prefiere que los lecheros no se junten, Demogan prefiere que se unan que jueguen juntos, pero no revueltos, que dialoguen, no que se peleen, para construir una potencia lechera que por lo visto nos cuesta trabajo aceptar que exista.

Este es el primer capítulo de un sueño llamado unión productiva láctea, que esperamos muchos de ustedes adopten, vivan, defiendan y trabajen por él.

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