El último
censo que se adelantó en Venezuela, fue en el 2011. Arrojó un total de
29’460,000 habitantes. De acuerdo con las estadísticas, en el 2018 el total de
habitantes es de 31’977,000; un aumento de 8,54%.
Para efectos
de las necesidades alimenticias, y según nuestro director Jorge Castro Bucheli,
el mercado pasa de ser de 45 millones de consumidores a 80 millones, pues él
está seguro que no existirán barreras para importar al país hermano.
En el
momento que se confirme la salida de Maduro de Venezuela, según un importante
industrial colombiano, no podemos olvidar, que la deuda venezolana sacando a
China y Rusia que, a su vez, cruzan contra crudo, es muy pequeña. El riesgo
país bajaría ostensiblemente, permitiendo que se endeuden para comprar medicinas
y alimentos.
Pensamos que
el presidente Guaidó debe concentrar sus esfuerzos en disminuir la dependencia
de la economía extractiva y poner manos a la obra para reconstruir la industria
y el agro.
En todo lo
anterior, los socios naturales, somos los colombianos.
Las
estadísticas señalan que entre 2012 y 2017 los consumos per cápita, de algunos
productos alimenticios disminuyeron de la siguiente manera:
Para mayor
claridad, les compartimos el siguiente cuadro expresado en kilos y toneladas
año:
Producto
|
Consumo 2012
|
Consumo 2017
|
Toneladas Adicionales necesarias
|
Observaciones
|
Pollo
|
30
|
16
|
447,678
|
|
Res
|
18
|
14
|
127,908
|
|
Pescado
|
30
|
9
|
671,517
|
|
Leche
Líquida
|
17
|
7
|
319,770
|
No está
en litros per cápita
|
Leche en
Polvo
|
7
|
5
|
63,954
|
Multiplicar
por 8 para poner litros
|
El consumo
per cápita de leche líquida de acuerdo con el periódico La Verdad (informe del
24 de noviembre de 2014) era de 49 litros per cápita año; en Colombia es de 140
litros según Asoleche. Lo anterior quiere decir que, si fueran a igualar
nuestro consumo, entendiendo que hoy la diferencia puede ser mayor, serían
necesarias 2’909,907 toneladas y no la suma de 319,770 más la leche en polvo
que convertida a líquido arrojaría un total de 831,402 toneladas o, dicho de
otra manera, 26,25 litros de consumo per cápita en el 2017.
Nos faltan
cifras confiables de arroz, azúcar y otros productos.
Colombia,
podría suministrar buena parte de las carencias que hoy tienen nuestros
hermanos. Con seguridad la agenda del presidente Duque a Estados Unidos incluyó
la posibilidad que, en un esfuerzo conjunto, pudiéramos cubrir buena parte del
déficit, ya que no podemos definirlo como demanda, pues lamentablemente no hay
demanda en Venezuela y hoy es una emergencia alimentaria.
Cuando
repasamos los posibles consumos de Venezuela, no entendemos la razón para que
el gobierno invite a un concierto para entregar 20,000 cajas con comida.
Debemos decirlo de manera clara, eso no les queda bien. Si fueran 300 toneladas
de medicamentos, sería importante; de comida que van a entregar, pueden
definirse como muestras sin valor comercial.
De otra
parte, Guaidó hace lo propio y busca llevar ayuda humanitaria. Debemos decir
que felicitamos a este valeroso y joven líder, y aprovechamos para sugerirle
que encontremos conjuntamente una fórmula para entregar mercados no durante un
día, sino durante los próximos 24 meses, de lo contrario en 60 días los que
armaron la escasez, van a decir que todo fue culpa de los que recién llegan. La
habilidad de los extremos para quitarse de encima las culpas sorprende.
Pocas veces
nuestra capacidad productiva había tenido semejante oportunidad, pues contamos
con los productos, la cercanía, la disposición, la tecnología y la gente. De
igual manera, tener un vecino con la disposición de servirle resulta una
fortuna para el presidente Guaidó.
No alimentar
una población por discapacidad de una banda de criminales, ha sucedido en el
pasado, pero que eso les suceda a 32 millones de personas, es un holocausto.
Esperamos
que la transición se de pronto, pues continuar permitiendo la hambruna y lograr
que un país que siempre gozó de tener cantidades de comida suficientes y no las
tengan ahora, no es admisible.
Es urgente
nutrir a Venezuela. Los cuarteles generales de la nutrición deben quedar transitoriamente
en Cúcuta, con la idea que una vez se normalicen las condiciones, se
establezcan en los 24 estados, bodegas con frío y la posibilidad de llevar
graneles y pasar a bolsas, generando de inmediato miles de empleos.
Guaidó debe
reconstruir la moral del trabajo, pues hasta eso arruinó el bandolerismo
estatal.
Nuestra
recomendación es no regalar nada, pues hacerlo, no es ético; luego de 20 años
de desgobierno, algunos venezolanos, olvidaron la moral del trabajo duro. El 18
de febrero, la candidata del partido demócrata Amy Klobuchar, cuando le
preguntó un profesional recién graduado que, si podía contar con la condonación
de su deuda de estudios, ella dijo que no. El auditorio quedó sorprendido, pero
luego entendió que eso es responder con seriedad.
Colombia y
Venezuela, debemos apoyarnos seriamente, sin afrentas, sin ofrecer cosas que no
podamos cumplir, trabajando hombro a hombro, enseñándole al mundo, como se puede
pasar de un conato de guerra a una vecindad productiva.
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