Durante la
última reunión de COSALFA en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, para
tratar temas relacionados con la aftosa, nuestro país no salió bien librado.
Algunos ganaderos
amigos de países diferentes a Colombia, nos compartieron sus inquietudes.
A pesar de
la seria y bien respaldada presentación de la directora de Vigilancia
Epidemiológica del ICA, Olga Lucía Díaz, se formularon varias preguntas en
torno al nuevo brote que apareció en la frontera con Venezuela.
Impresiona
ver como los venezolanos no fueron tan cuestionados por los presentes, como si
lo fue Colombia.
En la
intervención del gerente de Fedegan, afirmó que el incremento del inventario
colombiano, no era otra cosa que el contrabando de reses desde Venezuela.
No es
posible pasar por alto esta afirmación. Entendemos que el directivo dijo que se
habían contrabandeado 4’000,000 (cuatro millones) de animales desde el momento
que le quitaron el manejo de la vacuna a Fedegan, eso son un promedio de 4,385
animales por día, además, si suponemos un precio promedio de apenas $200
dólares por animal, estaríamos hablando que la informalidad ha permitido lavar
$800 millones de dólares. Eso deben investigarlo las autoridades.
De esa
manera tendríamos una explicación para entender la razón por la que pasamos de
un inventario de 23 millones de bovinos a más de 28 millones. Pero, y si no fue
así ¿realmente fue el contrabando?
El
ministerio de agricultura, no puede darse el lujo que estas incógnitas no se
aclaren; desde luego tampoco autoridades como el ICA, la DIAN, la POLFA
(Policía aduanera) y sin duda los ganaderos de Colombia.
Si es verdad
esa afirmación, la crisis moral superaría nuestra imaginación. Debemos suponer
que quienes compran este ganado sin trazabilidad alguna, son ganaderos, que
deberían estar preocupados por no generar inestabilidad al país y a sus
colegas.
Cada nuevo
brote de aftosa, hace que seamos duramente cuestionados en la región y desde
luego que perdamos posibilidades de exportar al Medio Oriente,
Rusia y otros nuevos mercados que están siendo explorados por los industriales
de la carne.
Cuando
situaciones como estas aparecen, nos preguntamos ¿Qué clase de frontera
tenemos? Y a la vez, ¿Cómo estamos manejando nuestras estadísticas? O ¿Los
ganaderos que compran estos animales les preocupa la suerte de su sector?
En este
momento es necesario entender quién tiene las respuestas no editadas. 4
millones de animales contrabandeados de acuerdo con la información de Fedegan
¿se denunciaron ante las autoridades locales? Si no lo hicieron ¿por qué y para
qué denunciarlo en un foro internacional? ¿es válido atacar políticas de estado
en el exterior?
No nos
parece adecuado, abrir nuevos frentes de polarización. Ya tenemos suficiente
con todo lo que aparece en las noticias diariamente.
El
contrabando desde Venezuela está lejos de ser un mito. Por esa razón debemos
tener claros los números. Alguien bien intencionado e ilustrado en estos temas,
nos compartió que tenía la idea que eran al menos un millón de animales ¿se
imaginan? Eso quiere decir que el 3,5% del inventario ganadero NO es colombiano
y es potencialmente un riesgo para nuestra seguridad sanitaria.
Es tan grave
el problema, que bien vale la pena que nuestras fuerzas militares y de policía,
por norma, realicen batidas cada 6 meses visitando TODAS las fincas de la zona
para dar con estos focos de delincuencia.
No podemos
darnos el lujo de ser permisivos. Estamos en la mira de las entidades
internacionales y el costo de ser desertificados y nos cierren las
exportaciones, es muy alto. Recuerden que Uruguay, perdió mil quinientos
millones de dólares cuando dejó su estatus de país libre de aftosa con
vacunación, por esa razón, ellos ni dejan de vacunar ni recomiendan cambiar de
protocolos, cosa que por lo visto está pensando hacer Brasil.
Nuestro
llamado urgente para que las autoridades sean autoridad, para que la frontera
no sea lo permeable que es hoy, para que tengamos claro que ser permisivos en
aspectos éticos, maltrata la nación.
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