sábado, 11 de febrero de 2017

Demogan Banrural de Guatemala El Banco del Microcrédito que impulsa el desarrollo

De tarde en tarde nos encontramos con modelos a seguir que nos inspiran. Es el caso del Banrural en Guatemala, que nace luego que el presidente Arzú, firmara la paz con la necesidad de atender el postconflicto en ese país. Apoyó a un grupo de visionarios, para que emprendieran una senda desconocida en Latino América, en préstamos para pequeños y medianos empresarios y campesinos.
Originalmente el banco se llamó BANDESA. Luego pasó a llamarse Banrural. Eran sus socios originales: 17% el gobierno, 30% cooperativas, 20% comunidades Mayas, 5% las ONG y el resto, público en general. Es un banco amado por todos, que presta desde el equivalente a $COL 150,000, tiene 13,400 accionistas en total, 1,100 agencias, en los 330 municipios del país y 2,200 corresponsales. 3% de cartera vencida, 7’000,000 de cuenta habientes, desembolsan en ocasiones, solo con la huella del cliente y un testigo, pues muchos  no saben leer ni escribir.
En Guatemala hay 23 dialectos, el banco ha entendido que es su obligación emplear a locales, no solo por el idioma, sino por el conocimiento que tienen de su región, son 10,000 empleados, 60% en provincia y 40% en la capital. Esta fórmula, desde luego obliga a borrar gamonales y evitar la pésima práctica de contratar recomendados y ahijados políticos que no rinden, pues todos aman su banco, y uno no contrata gente que no rinda para atender lo que quiere. Es necesario aclarar que el territorio guatemalteco son 108,000 kilómetros cuadrados, el 10% de Colombia.
No puedo pasar por alto, que el banco el año pasado obtuvo ganancias por cien millones de dólares. 
Están convencidos, que la educación financiera es una condición que asegura el pago de las acreencias. Han bancarizado millones con una política que parte de la confianza. US $90 millones en cuentas de ahorros, capacitan gratis en diferentes temas a sus clientes, tienen servicio médico gratis para quien ahorra, fundamentalmente en pediatría, ginecología y medicina general. (La empresa de seguros es del banco)
Para recibir el dinero de sus emigrantes, tienen una alianza con el ministerio de Relaciones Exteriores, que capta las remesas de los miles o eventualmente millones de que salen del país en busca de un mejor futuro.
Las personas con las que nos reunimos, tenían una media de 15 años trabajando en SU banco. Eso genera pertenencia y desde luego evita que un recién llegado los cambie por el prurito de hacerlo.
Y ahora Colombia. El ejemplo de nuestros hermanos debemos capitalizarlo. Hoy los clientes no son solo los que se van a desmovilizar, sino los muchos que viven en el campo sin poder acceder de manera ágil a préstamos, entre otras porque los tiene el sistema calificados de malas pagas, cuando en realidad, el problema fue que desembolsaron su préstamo cuando ya había pasado la cosecha o habían elaborado sus cifras con mucho conocimiento del negocio y ningún entendimiento de finanzas. Algunos de nuestros bancos, buscan llegar con soluciones a lugares apartados, el que más cubre la geografía es el Banco Agrario, a esa institución le corresponde presentar soluciones que interpreten el postconflicto, sin olvidarse de los campesinos que han sido parte de su esencia.
El negocio de los bancos se fundamenta en el riesgo, en gente bien entrenada, en administrar, crear nuevos escenarios y sin duda en la confianza. La confianza es el pegante de la humanidad, cuando falta, nos destruimos, cuando está presente prosperamos. Los bancos que se ocupan de nuevos emprendedores, necesitan que cada uno de sus ejecutivos, tenga “La mirada del tigre”, algo evidente que encontramos visitando sucursales de Banrural, fue  decisión por servir y pasión por lo que hacen.
Los microcréditos, dieron de “baja” a los préstamos gota a gota. Las directivas del Banrural, nos comentaban, que la media de intereses que cobraba un agiotista en ese país de quetzales, era del 40%, hoy gracias a la bancarización el fenómeno disminuye sin haber desaparecido.
Imagínense la oportunidad que se abre para nuestro país, si logramos despolitizar procesos, abrimos la oportunidad para que la provincia y en general las regiones apartadas puedan acceder al crédito para iniciar pequeñas industrias de alimentos, textiles, metalmecánica, huertas caseras, en fin la democratización de la prosperidad. Un lugar donde NO son unos pocos los privilegiados, sino donde la mayoría tienen la prerrogativa de tener un préstamo, una cuenta de ahorros, entendimiento de cómo funcionan sus finanzas, ingresos estables, donde construimos un tejido empresarial incluyente, un país propositivo en el campo y en los pueblos.
Y ahora la ganadería. Pensamos que debemos priorizar, por esa razón nos lanzamos al agua con la convicción que si creamos una estructura sólida que retenga vientres, que a su vez genera caja diaria, gracias a la venta de leche, el campesino inicia el cambio. Las subastas deben volcarse con ofertas al finquero  desde una ternera en adelante (hoy primordialmente venden machos destetos, proponemos que agreguen la venta de hembras destetas) que este pueda acceder al crédito en la misma institución que vende al mejor postor, y el banco agrario tenga sucursales en todas las subastas del país.
Lo anterior es posible si la industria láctea apoya la iniciática comprando el 100% de la leche, ubicando centros de acopio en donde sea necesario y ayudando a recaudar la cartera reteniendo una pequeña parte del total del producido.  
La transformación espiral del campo está a la vuelta de unas pocas decisiones, es posible si en lugar de debates centrados en el ego, los modificamos y nos centramos en servir al pequeño, para que de esa manera el campo, comience a recibir beneficios que nos lleguen a todos, logrando la seguridad alimentaria, suspendiendo la angustiosa pérdida de mano de obra para el agro. En fin, estamos tan lejos y tan cerca, que lo único que no podemos aceptar es la derrota.

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