El 30 de septiembre, se cumplió un nuevo día del ganadero. Para nosotros en Demogan, todos los días lo son, no imaginamos que sucedería si estos guardianes de la producción agrícola no estuvieran presentes en sus parcelas.
La pandemia
reafirmó esta realidad. Mientras el gobierno, los senadores, la justicia, los
empresarios, podían continuar con sus labores a través de internet, el ganadero
tenía que hacerlo a la intemperie. Si no cuidaba, no ordeñaba o dejaba de
ofrecer sus productos y se resguardaba en su casa para evitar ser contaminado
por el Covid, nos quedábamos sin comida y el país no podía abastecerse.
Desde luego
debemos completar la cadena productiva y agradecer a quienes transportan, a los
industriales que transforman y preservan los alimentos, los supermercados que
compran los productos, los proveedores de materia prima. En fin, todos los
involucrados.
Increíble,
casi todo gira en torno al campo ¿Cuántos de nosotros le hacemos
reconocimientos todos los días a estos valerosos trabajadores?
Permítannos
hacer un reconocimiento especial a los lecheros. Ellos deben estar al frente
los 365 días del año. Las vacas, no van a carnavales.
El sol, la
lluvia, las horas que deben transportarse desde su finca hasta el pueblo más
cercano, cuando su mujer o sus hijos están enfermos, tampoco las noches sin
luna, sin luz, sin entretenimientos, con la incertidumbre que genera la falta
de estado, los alejan de su terruño; la razón es sencilla, ellos aman ese
pedazo de tierra, lo conocen palmo a palmo, estoicamente lo disfrutan, allí
nacieron sus hijos, sin alardes están dispuestos a dar su vida, su mejores años
para que el fruto de su trabajo llegue hasta el consumidor final.
Y usted que
disfruta en la comodidad de su hogar el sacrificio mal remunerado, poco comprendido
de los campesinos…si, usted, compatriota querido, usted ¿se ha puesto a pensar
que pasaría si nuestros hermanos ganaderos decidieran hacerse a un lado y
dejarse encandilar por la ciudad?
Los
gobiernos deberían promover que los citadinos estuviéramos unos pocos días en
la casa del campesino, sin corriente, sin luz, bañarse en el páramo con agua
fría y en las zonas tórridas, no tener para diluir el agotamiento que se
acumula en los cuerpos sudorosos de estos héroes de la patria, para ver si en
lugar de celebrarlo un día, prendemos una vela en cada hogar donde llega la
leche, la carne, la continuidad de la vida.
¿Cuántos
ganaderos han sido asesinados por paramilitares y guerrilleros? Gentes sin
alma, psicópatas que mataron inerme a Jose Raimundo Sojo Zambrano, un hombre
pulquérrimo, que dejó de entregar sus luces al país, por cuenta de esta absurda
guerra que muchos quieren continuar.
Colombia
debería ser una gran familia. Eso de ninguna manera implica que nos hagamos los
de los oídos sordos, cuando se cometen injusticias.
En Demogan,
no apoyamos privilegios, tampoco las infamias en que se han convertido las
redes sociales. Los privilegios, deben iniciarse en la base de la sociedad
¿Ilusión o un ingenuo canto de esperanza? Si no sacrificamos algo de lo mucho
que tenemos, un día nos vamos a encontrar sin campo, sin ser capaces de
reconocer el verde, sin poder creer que un cauce hoy lleno de arena, antes lo
llenaba el agua aun en los veranos más fuertes.
Dejemos
correr las quebradas, permitamos que los bosques continúen, que la vaca
amamante su ternero y el ternero corra libre por la pradera, para luego ser
sacrificado para alimentar al hombre.
Feliz día,
feliz año, feliz siglo, mujeres y hombres de la ganadería.
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