Esta semana,
de manera inesperada para muchos, el Grupo Gloria, empresa que es la dueña de
Algarra, anunció, que dejarían de comprar a partir del primero de agosto 80,000
litros diarios a cerca de 1,500 familias lecheras.
Inmediatamente
se prendieron señales de alarma, los ganaderos anunciaron medidas en contra, no
tenemos claro si Algarra ha dado más declaraciones, indicando al menos, la
razón para suspender la compra de un día para otro.
Desde el
momento que un ministro de agricultura anterior al que abandonó las oficinas
del ministerio sin consideraciones para con los campesinos de Colombia,
anunciara que debíamos pasar de la: “habladera a la sembradera” desde Demogan
intentamos hacerle ver que más allá de la “sembradera”, que es una de las fortalezas
de nuestros agricultores, debía fortalecer el acopio en tantos productos como
fuera posible, pues sin duda es la falta de comercialización, la que golpea más
duro al campo no solo colombiano sino del mundo.
Nuestra
tragedia, es la del cantante que llega a presentarse a una audición con la voz
de otro, puede sonar muy bien, pero cuando llega a la realidad no sale adelante
porque la voz era prestada.
Alguien
señalaba que la idea de Algarra, es concentrarse en la importación de leche,
diluirla y venderla. Si es así, dejamos clara nuestra posición que no podemos
aceptar esa propuesta, porque el resto de nuestras industrias quedarían en
desventaja y con toda razón exigirían mayores cuotas de importación, afectando
aún más a los lecheros y claro, a toda la ganadería: sin vacas no hay terneros
y sin terneros no hay carne. Si Algarra, va por nuestro mercado, sin tener en
cuenta a los productores, sugerimos que se le limite la aprobación de licencias
de importación. Uno no va a una casa invitado, a hablar mal de la comida y el
servicio.
La falta de
liderazgo del sector es dramática, desde luego no solo del ministerio, sino de
los gremios y los productores. Señalar un solo culpable, es inútil, si así fuera,
no tendría sentido que el más inepto de la cadena, el carente de ideas, fuera
quien derrotara al resto.
Lo primero
que proponemos hacer, es ver como escuchamos a todos. En una conversación con
algunos campesinos, nos decían: “Nunca nadie nos ha escuchado, no me siento
cómodo proponiendo pues siento que mis ideas no valen” la inteligencia
colectiva del agro está silenciada y claro, si nunca hablamos, no vamos a saber
como hacerlo.
Los países
han venido liberando la leche de la influencia del estado, han entendido que en
el campo no solo hay coliflores y vacas, sino gentes pensantes.
La situación
nos preocupa profundamente, pues somos nosotros mismos quienes vamos cerrando
salidas, salimos a cazar y caímos en la trampa que dejamos para la presa.
Ni la
industria debe enfrentarse con los productores, ni los productores con la
industria, ambos debemos trabajar coordinadamente, desde luego con las
dificultades propias de dos grupos que aparentemente, tienen objetivos
diferentes.
El objetivo
es el mismo, ambos debemos ser eficientes, ganar dinero, estar a tono con
prácticas propias de nuestro entorno, pagar salarios y prestaciones, pagar
tributos justos y crecer.
En Europa la
situación también está resultando desesperada para los lecheros, es más
probable que nosotros podamos salir adelante que los ganaderos de países
desarrollados. Allá, no hay quien trabaje la finca fuera del dueño y todos los
días hay menos dueños que quieran hacerlo. De ahí la importancia de diseñar una
política de mediano y largo plazo. Esa política, debe iniciarse con alta
participación estatal, con reglas claras donde se vaya desmontando la presencia
estatal, gracias a que se fortalece al campesino.
No se trata
de subsidiar precios, se trata que el campo, tenga créditos excepcionalmente
baratos, a largo plazo, que todas las entidades financieras, abran sus puertas
al campesino. Eso ya sucedió con Bancolombia, Banco Agrario desde hace años
trabaja con el campesino, pero debe mejorar su eficiencia privatizándose, otros
bancos lo hacen, pero sin suficiente convencimiento.
No podemos
continuar en un esquema de globalización donde todos perdamos. Tampoco con
productos terminados que engañen al consumidor final, como es el caso de la
utilización sin claridad para el comprador de lactosueros y grasa vegetal,
dedicándonos a llenar al cliente, pero no a nutrirlo.
Por último,
entendiendo que nos queda mucho trecho que recorrer, nuestra insistencia es
enseñarle al campesino a ser un emprendedor, fabricando higiénicamente
productos con denominación de origen, leches gourmet, institucionalizar la
feria de las ideas lácteas, donde nos enseñen a incluir en las recetas la
leche, la crema, el yogurt, el kumis, la mantequilla de vaca y otras que no
incluimos.
La ganadería la sacamos adelante los ganaderos,
no la queja, tampoco el desánimo, de ninguna manera el sacrificio de nuestro
hato, la sacamos creyendo en lo que hacemos.
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