Recientemente,
en la revista dinero se hizo un análisis de la participación de la agricultura
en el PIB.
Partieron de
1990, y por falta de datos, decidimos comparar con diciembre 1 de 1991 versus
febrero de 2018. De una manera simple, les queremos dar un punto de vista
sencillo, pero que probablemente da una visión fácil de entender:
Concepto
|
1991
|
2018
|
Diferencia
|
Habitantes
|
34’920,000
|
(e) 49’000,000
|
+14’080,000
|
Participación
de la agricultura
|
22,3%
|
6,3%
|
(16%)
|
PIB
millones de dólares
|
41’036,238
|
285’474,400
|
+244’438,162
|
PIB
agricultura en números absolutos US $
|
9’151,028
|
17’984,887
|
+8’833,859
|
En una
oportunidad, cuando la apertura económica estaba a punto de ser puesta en
marcha, un empresario preguntaba nuestra opinión, le contestamos que la gran
preocupación era si los empresarios, los gremios y el gobierno tendrían la
apertura mental, gerencial y ética para enfrentar esta nueva manera de vivir el
campo.
Creemos que
ese cambio de mentalidad no se dio, independientemente del probable cambio de
metodología que ha podido sufrir el cálculo del PIB en estos 27 años.
La apertura,
ha debido traer un cambio de pensamiento en nuestros empresarios agrícolas.
Nadie estaba preparado para el salto al vació que implicaba el cambio radical
de las reglas de juego; faltaría saber si los actores principales de la
agricultura estábamos decididos a migrar a tecnologías de clase mundial, si
nuestro sistema financiero que ha resultado ser tan exitoso tenía y tiene
productos para esa transformación.
Hoy la
realidad podemos resumirla de la siguiente manera: 24% del país, se reparte el
6,3% del PIB, de ese porcentaje, si le quitamos la palma, el azúcar, el arroz y
los grandes de otros sectores, ¿a dónde vamos a parar? Es necesario virar 180⁰, enrutar al agro por el camino correcto, los candidatos,
continúan sin darnos los mensajes correctos, ¿qué esperan?
Nos han
criado dentro de una extraña mezcla de pedir al estado que intervenga mucho
para protegernos y poco para fiscalizarnos. Desde niños hemos escuchado el
galimatías de los mayores, quejándose de todos los gobiernos, jamás haciendo un
análisis de lecciones aprendidas. La autocrítica está vedada, hacer
presupuestos en el campo da la impresión que no es aceptable, hay quienes nos
dicen que nadie es capaz de proyectar resultados pues la seguridad, el cambio
climático, la falta de educación de nuestros trabajadores, mayordomos, gerentes
y dueños, no se lleva a cabo, la tecnología cuesta mucho, nuestra capacidad de
endeudamiento no somos capaces de decidirla, hasta que no estamos contra las
cuerdas, que es precisamente cuando ya no somos sujetos de crédito.
En fin, las
razones para no ser exitosos, crecen de manera exponencial y nuestro
entendimiento de los negocios agrícolas hacen lo mismo, pero en sentido
contrario.
Claro que el
crecimiento del sector financiero, debemos analizarlo con cuidado, pues si este
ha sustituido la agricultura en el primer lugar, puede ser, porque sus márgenes
son muy altos, que cobran por todo, sin importar la calidad del servicio, que
son un mal necesario como nos comparten muchos finqueros ¿No valdría la pena
que ese sector se reinvente con la participación de sus clientes? Es cierto que
crecen en utilidades y en aborrecimiento, los invitamos a hacer su propia
catarsis, no vaya y sea que su zona de confort esté terminando sin que se den
cuenta.
¿Qué
soluciones proponemos? En primer lugar, aprender a ser jugadores en equipo,
nuestra capacidad de asociarnos es francamente deplorable. Que el sistema
financiero proponga fomentar centros de acopio para leche, frutas, congelados,
granos etc., a precios asequibles y plazos de pago a 20 años, préstamos con
intereses bajos que permitan asumir riesgos a los empresarios.
Los
préstamos, también deben financiar empresas comercializadoras, transformadoras
y de estudios financieros especializados, donde los mismos productores sean
socios, y sus participaciones se financien hasta en un 80% y a mínimo 5 años,
insistimos con intereses bajos.
Adaptar un
esquema de denominaciones de origen, que sirve mucho para que los campesinos,
tengan claro que la calidad se debe cuidar para ganar reconocimiento en el
mercado.
Por último y
de ninguna manera menos importante, debe el país diseñar un esquema para
promover nuestros productos en el exterior en cabeza de los mismos
agricultores.
Es sano
tener socios, es una manera de compartir experiencias y exigir prácticas
gerenciales y contables enmarcadas en Normas Internacionales de Información
Financiera, eso formaliza y lo mejor, es que demostrará en el mediano plazo que
ser formal
paga.
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