“No se harán retenciones si no son necesarias” Pablo Beltrán.
Con esta afirmación este protagonista del ELN
sintetiza el pensamiento de una guerrilla, que no actúa de mala fe, sino que
pretende que su credo político que es idéntico al de muchos de nuestros partidos,
se convierta en manera de pensar; esto es que por encima de la verdad está el
partido o el movimiento.
El gobierno pensó que podía iniciar
diálogos sin la planeación necesaria que estos exigen. Previo a iniciar
conversaciones era importante preparar a quienes iban a intervenir. El gobierno
tiene muchos militantes de esa guerrilla hoy en civilidad y pueden ayudar. Lo
mismo sucede con el exministro Juan Camilo Restrepo y su equipo, que fueran
negociadores con esa guerrilla y son los únicos que lograron un acuerdo
transitorio, luego que 6 gobiernos lo intentaran sin éxito.
Lo que para nosotros es mala fe, para ellos
es parte de su credo. Engañar a la contraparte es el primer mandamiento que
practican y así, no es posible adelantar ninguna conversación.
Entendemos que lo único que está en la mesa
de diálogos es que ellos no tranzan en nada, que la fuerzas armadas deben
entregar su armas y ellos quedarse armados.
Soy un convencido que debemos pactar la
paz, pero no a cualquier precio. El gobierno no puede exponer a sus
representantes que sean burlados por esa guerrilla.
La falta de paz lleva a la barbarie. Sin
embargo, no se llega a ella con ingenuidad. Lo digo porque me parece
inconveniente hablar de la paz total e intentar firmar con todos los grupos que
se parecen en su afán de desestabilizar, pero no tienen claro como pueden
sobrevivir si no delinquen. Son años de vivir con la idea que hay que destruir
lo lícito y cuidar sus privilegios. Ninguna persona que recuerde ha elaborado
una lista de privilegios que sea comunes a todos.
Pensar que debemos negociar la manera de
ser más pobres, en lugar de más productivos, no es algo que los empresarios que
son el 90% de la generación de empleos pueden aceptar.
A su vez la amenaza no puede ser propuesta
si se quiere estar sentados en las mesas.
El gobierno insiste en entregar 500.000
hectáreas por año, eso es iluso porque no explican como van a ponerlas a
producir.
No debe comprarse más tierras, pues tenemos
suficientes, debemos es aceptar que hay latifundios que deben continuar en las
manos que hoy las tienen, expropiar tierras improductivas, utilizando parámetros que sean conocidos por las partes y diseñar una política productiva y de mercadeo que
permita que los minifundios sean viables. El minifundio debe ser ejemplo de
generación de vida para los campesinos. Tengo la convicción que entregar
hectáreas sin ofrecer alternativas de producción y acopio, no funciona y es a
eso a lo que debemos dedicarnos involucrando grupos que crean en acuerdos.
Antes de sentarse a negociar, es conveniente
que las partes acepten que están dispuestos a entregar y que puntos no son
susceptibles de ser negociados. Creo que el ELN ese tema lo tiene claro hace
muchos lustros, por esa razón desde el inicio de esta nueva etapa de
conversaciones, hablando con personas que han estado antes allí, me expresaron
su escepticismo de que se pudieran tener avances. Ni la extrema derecha ni la
extrema izquierda creo que tienen propuestas razonables.
Mi hermano Augusto Ramírez Ocampo, desde el
inicio de sus intervenciones para la paz, dijo que la paz NO se hace con
micrófonos en las mesas. El no conoció el “X” así que yo agregaría esos
mensajes que cualquiera puede descontextualizar y acabar de un plumazo los
avances.
Una guerrilla que continúa secuestrando sin entregar las armas, no es sujeto con quien conversar. Una de las razones
por la que las FARC inició los diálogos es porque sintieron que probablemente
nunca se lograría el objetivo que era quedarse con el poder y sin duda por que
entendieron que nuestras fuerzas tenían el conocimiento del terreno, el
entrenamiento y que en su mayoría respetaban los derechos humanos, cosa que las
guerrillas no hacen.
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