Esta semana nos invitaron a los departamentos de Cesar y Bolívar a compartir experiencias con algunos ganaderos.
El punto de
encuentro fue la subasta de Aguachica, Cesar, que dirige SUGABERRIO.
Allí tuvimos
oportunidad de escuchar a varios ganaderos que se quejaban por el pobre
servicio que presta el ICA, los puestos de control y en muchas oportunidades
los conductores de los camiones en la coordinación de las guías de los
ganaderos, que transportan ganados y que por esa razón recorren hasta 400
kilómetros pasando varios retenes para llegar a los diferentes mercados.
A uno de
ellos, le exigieron regresarse 70 kilómetros por un documento. 140 kilómetros adicionales de recorrido, lo asume el ganadero. Suena Kafkiano o si lo prefieren trágicamente absurdo.
Alguno de
los allí reunidos, le sugirió que demandara al instituto, otro le arrebató la palabra
para narrar sus historias de dolor con el ICA, alguien más recordó que en las
instalaciones que esa organización tiene en Aguachica, tienen equipos de
laboratorio inmovilizados desde hacía más de cinco años por falta de reactivos.
Nosotros
solo atinamos a preguntar si alguno había logrado valorizar el costo que le
generaba a la gente de campo esa vergonzosa ineficiencia. En nuestra charla
habíamos compartido un dato de la Fundación Libertad “horas perdidas al año de
las PYMES por cuenta de la burocracia”, resulta que, en Colombia, perdemos 480
horas al año. Eso son 60 días. ¿Quién puede reponerles a los ganaderos ese
tiempo?
Nuestras
empresas agrícolas no tienen la gente para hacer colas en: Alcaldías, oficinas departamentales, DIAN, ICA, bancos, CARS y tantas entidades creadas inicialmente
para servir asemejándose a un hermoso muñeco de cera, para finalmente desfigurarse
y terminar pareciéndose a un monstruo de plastilina.
El cálculo
apresurado que hicimos del costo adicional para esta empresa ganadera es
dramático, pues además de los viáticos, fletes etc. el ganado perdió más peso
del presupuestado, estrés de los animales, que pasaron de ser dóciles a un
agite innecesario y la decisión de los dueños de no volver a asistir a este
tipo de eventos, todo eso sobrepasa los $5 millones. ¿Tiene sentido? Creemos
que no.
No podemos
aceptar que esto suceda. Lo triste es que nuestra denuncia lo más probable es que
no tenga respuesta, pues la ineficiencia se escuda tras funcionarios
ineficientes, que por instinto de conservación no sancionan para evitar ser
sancionados.
La atención
del ICA en la Isla de Morales, Bolívar, es más grave aún. Esas 133.800 hectáreas, son la mejor tierra de Colombia, asolada por la
inseguridad y en ocasiones por los funcionarios.
De acuerdo
con la información de los ganaderos de Morales, la segunda al mando del ICA en
la isla, doña Glorides Díaz (a quien no conocemos; este es el reconocimiento de
los ganaderos), es una servidora eficaz, eficiente y amable. Es nuestra
costumbre mencionar a funcionarios que se la juegan por los finqueros, sea esta
una nueva oportunidad para hacerlo por esta dama que debe ser premiada por su vocación
de servicio. Sin embargo, hay personas que no prestan la asistencia con el
profesionalismo que demanda el cargo. Invitamos a que las oficinas centrales
del instituto verifiquen esta información, nosotros somos apenas portadores y nos
preocupa sobre manera que le adicionen dificultades a quienes trabajan en
tantas regiones de la patria, sin el respaldo profesional de quienes deben
darlo.
Las
circunstancias políticas del país exigen muchas veces a los directores contratar recomendados políticos sin el conocimiento ni la pasión por lo que hacen, esta práctica es
malvada, pues siempre termina pagando el usuario que paga con sus impuestos los
salarios.
El campo
necesita organizaciones eficientes, centradas no en aumentar las dificultades
que ya tienen todos los que trabajan de sol a sol, sino en mejorar la vida de
quienes hacen las cosas bien que son la mayoría.
El servicio,
la investigación y la eficiencia deben ser razón de ser no solo del ICA sino de
todos los entes de apoyo a los ganaderos, si se logra vamos a mejorar nuestra
frágil competitividad.